Por qué los franceses desconfían (cada vez más) de sus políticos
Al descubrimiento le siguió la confesión: François Fillon empleó a sus dos hijos –abogados de profesión− mientras era senador, aclaró el político este jueves (26.01.2017) a la televisora francesa TF 1. Pero Filllon olvidó mencionar un detalle que los periódicos franceses hicieron público más tarde: en ese tiempo, ninguno de los dos hijos contaba con la licencia requerida para ejercer el oficio.
Los medios dejaron en el aire una pregunta obligada: ¿cuáles eran entonces las calificaciones específicas de los dos hijos de Fillon? Adicionalmente, la opinión pública se enteró de que Fillon había empleado también a su hija como correctora de su libro La France peut supporter la vérité (Francia puede soportar la verdad), publicado en 2006.
A tres meses de las elecciones generales, el candidato de Los Republicanos está en aprietos. "La polémica ensucia la imagen que el candidato se había construido desde el inicio de su carrera, en 1981", escribe el diario Le Monde: Fillon gozaba de una reputación de político íntegro y responsable, de innegable honradez.
"Ese era un importante valor agregado de Fillon, de cara al creciente rechazo hacia los políticos de primera línea en la nación", escribe Le Monde. La percepción generalizada que se tenía de él, y que Fillon usó a su favor, está ahora empañada.
También en la picota: Marine Le Pen
En medio de este escándalo, otra noticia causó este viernes (27.1.2017), comparativamente, menos revuelo: Marine Le Pen, líder y candidata presidencial del ultraderechista Front National (FN), ha sido repetidamente llamada por la administración del Parlamento Europeo a devolver casi 300.000 euros. La suma, según la entidad, habría sido empleda para pagar a asistentes parlamentarios "ficticios". En realidad, Le Pen habría pagado a empleados de su partido con estos recursos.
El debate en torno a la jurídicamente legal −pero para muchos franceses cuestionable− práctica de emplear a miembros de la familia de los diputados parlamentarios es hasta ahora el punto más álgido de una brecha ya vieja entre los votantes franceses y sus elegidos líderes políticos.
Entretanto, muchos franceses desconfían esencialmente de las instituciones democráticas del país. Y esto tiene consecuencias preocupantes, opina el politólogo Thierry Pech: casi el 90 por ciento de los franceses se inclina por la idea de un "verdadero líder", asegura un estudio de inicios de 2016; un líder "que restaure el orden".
Se desvanecen los contornos ideológicos
La crisis viene acompañada de un desvanecimiento ideológico, que afecta a los programas de los dos grandes partidos. El fenómeno comenzó a hacerse visible ya en tiempos del socialista François Mitterrand, que gobernó el país entre 1981 y 1995.
"Administra poco a poco un país en el que la izquierda ya no es revolucionaria y los católicos han dejado de ser contrarrevolucionarios", escribió el historiador François Furet, a fines de la década de 1980, sobre la atmósfera política bajo Mitterrand.
Desde entonces, el fenómeno ha crecido. Desde hace mucho, escribe el politólogo Thierry Pech en su libro Insoumissions (Insubordinaciones), los presidentes franceses apuestan en campaña por programas radicales, que luego olvidan: "La izquierda flirtea con posiciones anti-liberales y anticapitalistas para ganar así los votos de los círculos más radicales. La derecha inflama las pasiones nacionalistas y xenófobas para asegurarse así los votos de los nacionalistas o de los ultraderechistas."
Miedo al descenso
Las rupturas ideológicas y sociales contribuyen a debilitar la confianza de los franceses en las estructuras políticas establecidas y sus representantes. La creciente desigualdad social, el miedo al descenso social, es real, escribe por su parte el sociólogo Louis Chauvel, que lleva años investigando los riesgos que corre la clase media: "Las ganancias y los ingresos disponibles, el desempleo, la devaluación de los títulos educativos son fenómenos problemáticos contra los que las clases medias de la sociedad no están bien protegidas."
Esta crisis de confianza se ha profundizado con el escándalo en torno a Fillon. La atención se concentra aún sobre el propio candidato: "Heridos en su punto más sensible, los simpatizantes de Fillon sienten que la herida podría ser mortal", escribe el diario Libération.
Escándalo favorece a los socialistas
Queda por ver cómo ambos escándalos (en torno a Fillon y Le Pen) influirán en la suerte de los socialistas, a los que se les auguraban pocas posibilidades éxito hasta ahora. Este domingo (29.1.2017) se enfrentan en primarias los cabezas de lista de los socialistas, el ex primer ministro Manuel Valls y un antiguo ministro de Educación del actual gabinete, Benoît Hamon.
Los Republicanos tienen ahora sólo tres meses para sanar esta herida. Pero también los socialistas han perdido fuerza y, como mucho desde este viernes (27.1.2017), también el Front National. Perdida la confianza, los candidatos de los tres partidos han vuelto a sus posiciones de arrancada.