Este sábado se confirmó la presencia de la subvariante de coronavirus “perro del infierno” en Chile, causando revuelo por su llamativo nombre. A pesar de lo anterior, el origen del apodo es incierto.
En realidad el “perro del infierno” son dos subvariantes de Omicron “BQ.1” y “BQ.1.1”, las que ya habían sido reportadas en el mundo desde hace un par de meses.
El apodo tiene su origen en Cerbero, del griego Kérberos, que significa “demonio del pozo”, en alusión a que es el perro del infierno. Se trata de un demonio con varias cabezas -comúnmente tres- y una cola de serpiente. Sus cabezas son conocidas como Veltesta (cabeza izquierda), Tretesta (tercera cabeza) y Trittesta (cabeza derecha).
En la mitología griega, Cerberos es el perro del Hades, dios del Inframundo, encargado de no permitir que escapen las almas de los muertos del infierno, ni tampoco dejar que entren los vivos.
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Aunque se desconoce quién fue la primera persona en apodar “perro del infierno” a las subvariantes de Omicron, se cree que puede deberse a su rápida propagación, la que sería similar a la del crecimiento de las cabezas de Cerberos.
Cornelius Roemer, quien rastrea la evolución del coronavirus, explicó el pasado 21 de septiembre que “BQ.1.1. está mostrando bastante crecimiento, especialmente en Inglaterra, donde la primera muestra se envió hace 9 días y ahora ya hay 28 secuencias (casos)”.
El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC) designó a BQ.1 y BQ.1.1, como variantes de interés. Se cree que las subvariantes significarán el 50% de los casos de coronavirus a finales de noviembre o principios de diciembre de 2022.