Peronismo: el gran movimiento político argentino en crisis tras la victoria de Macri
Dicen en Argentina que, como la materia, el peronismo no se crea ni se destruye, solo se transforma.
Pero este movimiento político basado en las ideas y el legado del expresidente Juan Domingo Perón pasa por unas horas bajas que lo obligarán a transformarse antes de lo esperado.
La derrota del oficialista Daniel Scioli en las elecciones presidenciales del domingo ante el candidato de Cambiemos, Mauricio Macri, desalojó del poder al kirchnerismo, la rama hegemónica del peronismo durante los últimos 12 años.
Por primera vez en más de una década, Argentina no tendrá en la Casa Rosada un presidente peronista.
De hecho, Macri será el primer líder de la democracia que no es ni radical ni peronista, y el primero de un partido de centro-derecha.
Sin la hegemonía del poder
La agrupación del presidente electo, Propuesta Republicana –que a su vez se incluye en una coalición antikirchnerista llamada Cambiemos– gobernará además en la capital y en la provincia de Buenos Aires, este último un bastión tradicional del peronismo.
Y esto significa que el movimiento político que más tiempo gobernó al país desde el regreso de la democracia en 1983, el peronismo, tampoco tendrá el control del territorio donde se concentra gran parte de los habitantes de Argentina, la industria y los centros de decisión política del país.
La oposición –que el 10 de diciembre se convertirá en oficialismo– venció además en las provincias más pobladas del país: Córdoba, Santa Fe y Mendoza, entre otras.
"Que en el peronismo hay una crisis y hay cierto hartazgo en indudable: ha dejado de ser fuerza hegemónica y ha surgido una alternancia, la de Macri, que ganó sin tener que pactar con ninguna facción peronista", le dice a BBC Mundo el sociólogo e historiador Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol).
"Pero sigue siendo un actor político central y retiene una buena cantidad de votos y el control de los sindicatos. No es una crisis terminal, porque puede tener chances de recomponerse en 2017 con las elecciones legislativas", añade.
El peronismo en general, y el Frente Para la Victoria de Cristina Fernández de Kirchner en particular, sigue siendo fuerte en la Patagonia (sur) y en el norte del país, donde controla la mayoría de los territorios.
Además de en el Congreso, donde siguen teniendo mayoría.
Y aunque perdieron la gobernación de la provincia de Buenos Aires, Scioli logró superar a Macri en votos en esta región durante la elección presidencial.
El kirchnerismo y la división
El futuro del peronismo dependerá en gran medida del éxito o el fracaso de Mauricio Macri en el gobierno, decidido a romper con la "maldición" de los presidentes no peronistas: en las últimas tres décadas, ningún mandatario que perteneció a otro movimiento pudo terminar su mandato.
Pero el sino del Partido Justicialista, que sirve de paraguas para sus variopintas tendencias, podría depender más de los propios peronistas que de sus rivales.
La derrota del oficialismo en las elecciones presidenciales evidenció las divisiones en el seno de la agrupación.
Queda por ver cuál será el papel que asumirá el todavía gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, tras su derrota.
Por un lado, los fieles a Cristina Fernández se siguen sintiendo identificados con el kirchnerismo.
Aunque la presidenta dejará en diciembre la Quinta de Olivos, aún conserva una fuerte popularidad entre sectores humildes de la población, además de un grupo propio en el Congreso que hace que el kirchnerismo siga siendo un actor relevante.
La Cámpora, la organización juvenil kirchnerista, sigue ocupando puestos clave en el sector público y no está aún claro si seguirán ahí cuando Macri asuma como presidente.
Máximo Kirchner, el hijo mayor de la presidenta, se incorpora además este año al Congreso como legislador por la provincia de Santa Cruz.
Pero el kirchnerismo está fuertemente enfrentado a otra facción política peronista: la de los kirchneristas disidentes o peronistas opositores.
Personajes antikirchneristas como Sergio Massa, exjefe de gabinete de Cristina Fernández que, después de quedar en tercer lugar en la elección presidencial, se coloca como uno de los favoritos para enfrentarse a Macri dentro de cuatro años.
En este grupo están también figuras como las de José Manuel de la Sota, un cordobés con gran influencia y poder en su provincia, que fue decisiva para la victoria de Macri el domingo.
Por último, otro grupo, el de la "liga de gobernadores", con el líder de Salta a la cabeza, Juan Manuel Urtubey, uno de los rostros más jóvenes y mediáticos del peronismo, con fuerte respaldo territorial.
El peronismo "necesario"
Macri podría necesitar de la ayuda de estos gobernadores para lograr respaldos políticos en un contexto adverso para él: el de un Congreso donde su alianza está en minoría y con una ajustada victoria en el balotaje.
Tal vez sean los peronistas opositores de Massa los que ayuden al presidente electo a navegar por las aguas de un parlamento enemigo y poder así aprobar sus reformas.Y no falta el que asegura que, paradójicamente, el mayor aliado de Macri podría ser incluso el kirchnerismo, si se mantiene como una "amenaza" electoral que obligue a mantener con el paso de los años la cohesión en su alianza de partidos anti-K.
Sea cual sea el escenario, el peronismo habría cumplido con una de sus grandes tradiciones: adaptarse a las circunstancias del momento y mantenerse como un actor político decisivo en la vida de los argentinos.