Decenas de personas llegaron este viernes a la fuertemente resguardada frontera entre México y Estados Unidos, en el día en que Washington anunció que en agosto se batió el récord de cruces de migrantes de este año.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronterizas informó de 232.972 cruces de migrantes en la frontera sur en agosto. Desde principios del año fiscal en octubre, la cifra supera los 2,2 millones.
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En Eagle Pass, Texas, migrantes provenientes de países como Honduras y Venezuela cruzaron el Río Grande que separa a Estados Unidos y México para encontrarse con una casi infranqueable pared de alambre de púas que les impedía entrar en territorio estadounidense y entregarse a las autoridades.
"Estoy alegre porque estoy a un paso", dijo Noe Zelaya, un hondureño que junto a su esposa y dos hijos de 12 y 5 años se deparó con la maraña de alambres. "Pero estoy triste porque no podemos pasar", comentó el hombre mientras su esposa Belkys Cruz, de 33 años, pedía ayuda a militares estadounidenses apostados en el lugar.
"No pueden pasar", dijo uno de los militares en medio del llanto de Jonathan, el hijo menor de la pareja, que pedía ir a casa.
"Estamos desesperados", sollozó Belkys mientras su esposo intentaba mover la arena debajo del alambre de púas para abrir un agujero.
"Ya no podíamos con las maras", el crimen organizado del país, contó el hombre de 35 años que trabajaba como mecánico en su natal San Pedro Sula. "Por eso huimos".
La familia cruzó el río con el agua al pecho, al igual que un par de venezolanos que llegaron justo cuando el sol caía en la ciudad texana.
"Me siento triste porque pensé que sería más fácil al llegar aquí", dijo Juan Díaz, de 28 años, quien se identificó como un militar desertor del país sumergido en una interminable crisis política y económica.
"Pero mi sueño es llegar, así que voy a luchar", comentó el joven que continuó río arriba hasta encontrar una apertura en la tupida selva de alambres. Al cruzar se entregó a las autoridades fronterizas apostadas a pocos metros.
Miles de personas han llegado en los últimos días a varios puntos fronterizos en Texas con apenas la ropa puesta, huyendo de regímenes políticos o en busca de oportunidades económicas.
El tema divide a la sociedad estadounidense, enfrenta a los sectores políticos y arroja críticas sobre la administración del presidente Joe Biden que ha intentado desincentivar este flujo migratorio anunciando programas especiales para tramitar asilo y visas en sus países de origen.
Con las tensiones aumentando en el conservador estado de Texas, Alejandro Mayorkas, secretario de seguridad nacional de Estados Unidos, debe reunirse este sábado con la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, en la también fronteriza ciudad de McAllen para discutir cooperación en materia migratoria