El partido de centroizquierda en el poder en Corea del Sur selló una aplastante victoria en las elecciones legislativas, gracias a la gestión de la epidemia de COVID-19 del presidente Moon Jae-in, hasta hace no mucho criticado.
Su Partido Demócratico obtuvo la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, según los resultados del jueves, por primera vez desde la llegada de la democracia en 1987. Pese a la amenaza del nuevo coronavirus, la participación fue del 66,2%, la más alta en unas legislativas desde hace 28 años.
Se trata de un giro sorprendente para el jefe del Estado, elegido en 2017, tras el escándalo que había precipitado la destitución y encarcelación de la ex dirigente Park Geun-hye.
Hace solo unos meses, Moon estaba amenazado por escándalos de abuso de poder y un lento crecimiento económico y criticado por el fiasco de su apertura diplomática con Corea del Norte.
Pero todas estas circunstancias se esfumaron con una evaluación muy positiva por su rápido y efectivo manejo de la crisis de la pandemia de COVID-19.
"Diplomacia del coronavirus"
Las legislativas se convirtieron en un referéndum sobre la respuesta del presidente Moon a la epidemia, que ha sido citada como ejemplo en el mundo entero, en un momento en el que Corea del Sur ha exportado tests a una veintena de países.
La confianza de los electores aumentó además por la "diplomacia del coronavirus", con llamadas telefónicas a al menos 20 líderes extranjeros para comunicar la mejor manera de luchar contra el coronavirus, dijo Minseon Ku, politóloga en la universidad del estado de Ohio, en Estados Unidos.
Según ella, el presidente logró presentar la pandemia como una "oportunidad para Corea del Sur de reestructurar su economía, capitalizando en industrias como la IA (Inteligencia Artificial) y la biofarmacia". Esto, "sumado al reconocimiento internacional de Corea del Sur" por su gestión de la epidemia, convenció a los electores.
En un comunicado, Moon declaró que sentía más responsabilidad que alegría por el resultado. "Nunca seremos presuntuosos, sino que escucharemos con mayor humildad la voz del pueblo", añadió.
Corea del Sur es de los primeros países que ha celebrado elecciones legislativas en plena pandemia, en las que se pidió a los ciudadanos que siguieran manteniendo el distanciamiento social.
Todos los votantes debían llevar mascarillas, lavarse las manos y ponerse guantes de plástico, así como someterse a controles de temperatura a su llegada a los centros electorales.
El país, que a finales de febrero era el segundo mayor foco de contaminación en el mundo después de China, logró invertir la tendencia con tests masivos.
Elegido un ex diplomático del Norte
El Partido Democrático de Moon y una formación aliada obtuvieron 180 escaños de 300 de la Asamblea Nacional.
El principal partido de oposición, el Partido para un Futuro Unido (UFP, conservador), y un aliado, solo lograron 103 bancas.
La mayoría absoluta permitirá a Moon tener las manos libres hasta el final de su mandato único de cinco años, al contrario que muchos de sus predecesores.
La oposición está devastada, después de que dos de sus figuras no fuesen reelegidas: el ex primer ministro Hwang Kyo-ahn, y el ex jefe de filas parlamentario Na Kyung-won.
Pero los conservadores lograron la elección de un ex diplomático norcoreano, Thae Yong Ho, que se convirtió en el primer desertor en ser elegido directamente en el parlamento surcoreano, en el rico barrio de Gangnam de Seúl.
Thae no pudo retener sus lágrimas el jueves mientras cantaba el himno surcoreano tras confirmarse su victoria.
Queda la cuestión espinosa de las relaciones con Pyongyang.
Si bien la pandemia eclipsó las críticas de la oposición al respecto, sería "peligroso" que Moon crea que esta victoria "justifica políticas extranjeras que no funcionan", advierte Leif-Eric Easley, profesor en la Universidad Ewha de Seúl.
"La política de Seúl hacia Pyongyang ha enfrentado insultos diplomáticos y ensayos de misiles. Calmar a China ha dado pocos resultados, y alzar el tono con Japón no ha hecho avanzar los intereses surcoreanos", añade.