AFP.
El papa Francisco llamó este domingo a resistir las tentaciones del demonio, en una masiva misa celebrada en un violento suburbio de la Ciudad de México donde pidió a los fieles evitar las tentaciones del dinero, la fama y el poder.
"Hermanas y hermanos, metámoslo en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar porque nos va ganar siempre. Solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar", expresó ante 300.000 personas en Ecatepec, saliéndose del texto preparado de su mensaje.
El jefe del catolicismo dijo a los fieles que "hemos optado por Jesús y no por el demonio, queremos seguir sus huellas pero sabemos que no es fácil. Sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder".
Un día antes, el papa presionó a líderes políticos y obispos a combatir la violencia derivada del narcotráfico.
Muchos feligreses que durmieron bajo improvisadas casas de campaña hechas con trozos de plástico y cartón, soportando temperaturas hasta de cero grados, para asegurar un lugar en la misa.
El pontífice llegó en helicóptero al Centro de Estudios Superiores de Ecatepec, donde abordó el papamóvil para recorrer lentamente el campo saludando a un mar de fieles que lo aguardaban con gritos de júbilo y ondeando banderas del Vaticano.
"Nosotros confiamos en Dios y tenemos fe, por algo viene el papa" a Ecatepec, dijo Luz María Osorio Cruz, una vecina de 60 años, que desafío la inseguridad de la zona durmiendo en la calle para poder entrar a la misa.
La ciudad de 1,6 millones de habitantes forma parte del estado de México, una región que se volvió lúgubremente famosa por las alarmantes cifras de desapariciones de mujeres y los hallazgos de muchos de sus cuerpos desmembrados flotando en el Río de los Remedios, a unos 20 km de la sede de la misa de este domingo.
Al menos 600 asesinatos de mujeres entre enero de 2014 y septiembre de 2015 se han registrado en el estado, según registros de la ONG Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
Custodiados por centenares de policías, los feligreses consideran que la visita del papa a Ecatepec debe ayudar a renovar la fe de sus habitantes y despertar la conciencia de los criminales.
Con Francisco en la ciudad "a ver si contrarrestamos algo (de la violencia), las mujeres merecen el respeto. A ver si el papa nos hace reaccionar para poder ser un país libre y en paz", reflexionaba la noche anterior Francisco Valdez, un septuagenario dueño de una imprenta.
La misma preocupación expresó Janis Alexandri Vargas, un travesti de 31 años que acudió a la misa.
"Sabemos que el papa apoya a la comunidad gay y venimos para que se acabe tanta homofobia, los feminicidios y las violaciones de niños, que sabemos que hay gente que son pederastas y que a ellos no los juzgan como a nosotras", dijo Vargas.
Feminicidios
Pero otros habitantes de Ecatepec piensan diametralmente distinto. Karla Paola Romero, una estudiante de sociología de 21 años, estuvo a punto de engrosar la cifra de desapariciones de mujeres hace tres años, cuando dos hombres intentaron secuestrarla afuera de su casa.
Para ella "con un milagro" no se solucionan los feminicidios o la violencia de género.
Al pie del Cerro Gordo, donde en diciembre apareció el cuerpo desfigurado de una mujer con huellas de violación sexual, Romero espeta rabiosa que el papa decidió visitar Ecatepec para "formar una fe", pero que se equivocó de lugar porque "esa fe está perdida".
"Ya no creemos en muchas cosas" en esta ciudad, sostiene esta joven y combativa activista, quien desearía que Francisco "se pronuncie" sobre los crímenes contra mujeres, pero lo ve casi imposible.
Antes de llegar a México, el pontífice argentino dijo que hablaría claro sobre la corrupción y el alto índice de criminalidad que afecta a varios puntos del país, con más de 100.000 muertos o desaparecidos en una década.
El sábado aprovechó su visita al Palacio Nacional y a la catedral de la capital para exigirle a líderes políticos y religiosos que hagan más gestos para devolverle la paz a los mexicanos.
Con el presidente Enrique Peña Nieto a un lado, el papa dijo a legisladores y funcionarios del gobierno que tienen el deber de darle a los mexicanos una "justicia real" y una "seguridad efectiva".
Más tarde, en la catedral instó a los obispos y arzobispos a enfrentar el narcotráfico "con coraje profético".