ONU: cultivo de opio en Afganistán sube un 43%
Apenas 12 páginas bastan para dejar por escrito, en crudas cifras y algunos gráficos, el mayor fracaso de todas las partes presentes en Afganistán desde 2002, resumido en que la producción de opio aumentó un 43% este año respecto de 2015 y que nada parece poder parar la transformación del país en un narco-Estado.
La zona norte del país, donde los insurgentes ganaron terreno en los últimos meses, registró un fuerte aumento en el cultivo de adormidera, de acuerdo con la Encuesta de Opio en Afganistán 2016, realizada por el Ministerio de Antinarcóticos afgano y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
A pesar de ello, la mayor parte de la producción, un 59 %, se concentró en la región sureña, la cuna del movimiento talibán y tradicionalmente la principal zona de dominio insurgente. La provincia de Helmand (sur) volvió a concentrar un año más el grueso de la producción, con más de 80.270 hectáreas de terreno dedicadas al cultivo de la substancia.
Pese a los miles de millones de dólares gastados en campañas antidrogas, el informe de la UNODC publicado hoy apunta a que la cosecha ha llegado hasta las 4.800 toneladas métricas este año, y el área de cultivo de la adormidera (la planta del opio) se ha ampliado un diez por ciento, hasta las 201.000 hectáreas.
Caída en la erradicación
Las causas de la expansión son el aumento de la superficie y una caída en la erradicación de un 91 por ciento. Y el mensaje es claro: la industria del opio crece sin freno y los líderes talibanes se han convertido en príncipes millonarios de la droga.
No es casualidad, por tanto, que el cultivo aumente desde el regreso de los talibanes a partir de 2006. "La relación entre la falta de seguridad y el cultivo de la adormidera está bien documentada", señala Jelena Bjelica, del instituto de investigación Afghanistan Analysts Network. "La adormidera tiene menos riesgo en un entorno peligroso. Es una elección natural para los campesinos en tiempos de guerra".
El opio afgano no es solamente un problema sanitario y de criminalidad global, sino también de seguridad. Por cuanto que con ese dinero se financia el terrorismo, los talibanes son uno de los engranajes de la mafia de la droga. En Helmand controlan un 85 por ciento de los 14 distritos y, por tanto, también la producción y el tráfico.
El director de operaciones de la policía antidrogas afgana, Abdul Bakhtiar, estima que el año pasado los talibanes obtuvieron al menos 500 millones de dólares del opio, y que si siguen avanzando en Helmand también profundizarán en el negocio, por ejemplo produciendo heroína.