AFP
Hong Kong tiene una nueva jefa de la administración del ejecutivo. Carrie Lam juró frente a la bandera china y el presidente Xi Jingping en medio de un tenso ambiente. Lo anterior, debida a que poco antes de esta ceremonia simbólica, estallaron altercados entre los manifestantes que denunciaban la influencia china en la excolonia británica y activistas hostiles a Pkín.
Funcionaria de alto rango de 60 años, Lam fue designada -como sus predecesores- por un comité electoral favorable a Pekín y ya ha sido acusada de ser la marioneta del régimen chino, en una ciudad en la que muchos piensan que China ha dejado de respetar el principio de "Un país, dos sistemas" que rigió la retrocesión en 1997.
Lam prestó juramento el sábado por la mañana delante de una gran bandera china, poco después de las 09:00 hora local, en el centro de convenciones, justo antes de estrechar la mano de Xi Jinping, que efectúa desde el jueves su primera visita a Hong Kong desde que asumiera la presidencia del país, en 2013.
El viernes, el ministerio chino de Relaciones Exteriores consideró que la declaración sinobritánica de 1984, que había fijado los términos de la retrocesión, ya no era "pertinente".
Ese texto detallaba el principio "Un país, dos sistemas" que, en teoría, garantiza a Hong Kong unas libertades desconocidas en el continente hasta 2047.
La ciudad del delta del río de las Perlas goza desde hace 20 años, sobre el papel, de unos privilegios únicos en comparación con el continente, como la libertad de expresión, un sistema judicial independiente o una dosis de sufragio universal en la elección de su órgano legislativo.
Sin embargo, varios incidentes reforzaron los temores respecto a la actitud de China, especialmente la "desaparición" en 2015 de cinco libreros conocidos por publicar obras salaces sobre los dirigentes chinos. Poco después, aparecieron en el continente.
Partidarios de China atacaron el sábado por la mañana una pequeña manifestación de militantes que rendía homenaje a las víctimas de la represión del movimiento de Tiananmen en 1989, que coincidía con el momento en el que los invitados iban llegando al centro de convenciones.
Cuando esos manifestantes se disponían a llevar un falso ataúd cerca del centro de convenciones, como hacen cada año, un hombre salió de la multitud para darle patadas a la caja.
Activistas que llevaban banderas pro-China bloquearon la manifestación y la policía intervino para separar a ambos bandos.
Al final, la policía se llevó a los manifestantes prodemocracia y luego los liberó.