Niños sirios sobrevivientes al sismo deben encarar la muerte de sus padres
En un hospital emiratí, Sham al Sheij Mohamed se recupera de unas heridas que casi le cuestan la vida. Pero esta siria de nueve años, que sobrevivió al terremoto del 6 de febrero, todavía no sabe que no volverá a ver a su madre.
Sham pasó más de cuarenta horas bajo los escombros antes de que la sacaran de entre las ruinas. Su madre y su hermana, en cambio, no sobrevivieron al derrumbe de su edificio, en el noroeste de Siria, pero eso ella aún no lo sabe.
"Le digo que su madre está en cuidados intensivos y que su estado es grave", cuenta su padre, Mohamed, cuyos dos hijos, Sham y Omar, de 15 años, fueron evacuados a Turquía y luego a Abu Dabi para recibir tratamiento.
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El video del rescate de Sham conmovió a su país, ya devastado por la guerra y duramente golpeado por el terremoto que dejó más de 50.000 muertos en Siria y en la vecina Turquía.
El equipo de rescate tardó seis horas en sacarla de los escombros en la provincia de Idlib, controlada por los rebeldes sirios. En el video publicado por los socorristas, se les oye bromear con la niña para darle valor, tarareando juntos una canción dedicada a la capital siria, Damasco (Sham en árabe), de la que lleva el nombre.
Sham y su hermano se encuentran entre las doce víctimas sirias hospitalizadas en los Emiratos Árabes Unidos. La mayoría de ellas sufren de rabdomiólisis traumática, o "síndrome de sepultura".
Este síndrome, potencialmente mortal, puede acarrear la amputación de una extremidad, dañar los riñones o provocar complicaciones cardíacas.
Los médicos del hospital Burjeel Medical City afirman haber "controlado" la infección de las extremidades inferiores de Sham, sin precisar si tuvieron que amputarla.
"El estado de Sham es estable", dice su padre, sin entrar en detalles.
- Le dijimos que todos estaban vivos -
En un hospital cercano, está ingresada Israa al Abdalá, quien también desconoce la suerte de sus familiares. Como Sham, esta adolescente de 17 años, originaria de Jableh, bastión del gobierno sirio, fue rescatada tras pasar horas bajo los escombros.
Sufre heridas en el cráneo, la pelvis y un hombro, y también lesiones oculares, explica su hermano Mohamed, un soldado del ejército sirio que se encontraba en Damasco el día del terremoto.
Israa no sabe que sus padres, cuatro de sus hermanos y hermanas, una cuñada y una sobrina suya murieron en el terremoto.
"Le dijimos que todos estaban vivos", murmura Mohamed, cerrando la puerta de su habitación para impedirle oír.
Conectada a monitores y a una perfusión intravenosa, Israa respira con dificultad y apenas habla.
Los médicos del hospital Sheikh Shakhbut Medical City le dijeron a Mohamed que su hermana probablemente recuperará todas sus capacidades. Pero todavía no ha logrado hacer acopio de valor para contarle la verdad a su hermana sobre sus seres queridos.
"Enterré a los miembros de mi familia uno tras otro", comenta. "No puedo decir nada a Israa hasta que Dios la haya sanado y se haya recuperado", subraya.
En una habitación contigua, Ali Yusef Remmo, originario de la provincia de Latakia, controlada por las fuerzas sirias, también sufre lesiones en los miembros inferiores.
El hombre, padre de tres hijos, recuperó en parte la movilidad de sus piernas y cree que volverá a caminar. Pero llora la pérdida de su hijo menor y de su esposa, embarazada de dos meses cuando el inmueble en el que se encontraban se derrumbó.
"Mi hijo murió con el estómago vacío", relata en el momento de las comidas.