AFP
Hombres armados mataron a veinte extranjeros, la mayoría italianos y japoneses, en un restaurante en Daca, capital de Bangladesh, en una toma de rehenes que terminó este sábado tras más de once horas y que fue reivindicada por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El ataque culminó el sábado tras el asalto de las fuerzas de élite, que dieron muerte a seis secuestradores y rescataron a 13 rehenes, tres de ellos extranjeros. Un séptimo atacante fue capturado vivo, según el ejército.
Los islamistas extremistas habían iniciado el ataque el viernes por la noche en este restaurante ubicado en un barrio exclusivo de la capital de Bangladés, frecuentado por diplomáticos y extranjeros.
El ministerio de Exteriores italiano confirmó que entre las víctimas mortales hay nueve italianos, cuatro hombres y cinco mujeres, y que una décima persona de la misma nacionalidad sigue desaparecida.
Según el ejército bangladesí, entre los fallecidos también hay varios japoneses.
Tras el asalto de las fuerzas de seguridad, la primera ministra, Sheij Hasina, dijo que el país está "determinado a erradicar el terrorismo" en este país de mayoría musulmana.
"El islam es una religión de paz. Dejen de matar en nombre de la religión", afirmó Hasina horas después en un mensaje televisado, en el que declaró dos días de luto nacional.
El Papa Francisco condenó lo ocurrido, calificando los ataques de "actos bárbaros que son ofensas contra Dios y contra la Humanidad", en un telegrama de condolencias enviado a Bangladés.
Masacradas con arma blanca
En la masacre la mayoría de las víctimas murieron por arma blanca. "Encontramos 20 cuerpos. La mayoría murieron brutalmente por armas cortopunzantes", dijo el portavoz militar Nayeem Ashfaq Chowdhury.
Extranjeros y bangladesíes aguardaban el sábado fuera del restaurante noticias de sus familiares, mientras varios comandos armados seguían haciendo guardia en los tejados de los inmuebles aledaños al restaurante.
Los atacantes habían irrumpido en el restaurante hacia las 21h20 locales (15h20 GMT) al grito de "Allahu Akbar" (Ala es grande), abriendo fuego y usando explosivos.
"Entraron (al restaurante) con explosivos y granadas", relató a un canal de televisión de Buenos Aires el chef argentino Diego Rossini, que pudo escapar por el tejado.
"Tengo mucho miedo, sinceramente. La mitad de los cocineros se metieron en un baño y no tenemos noticias. No sé si están vivos", agregó.
Rossini se alegró de que fuera "un día un poco flojo (con poca clientela)" y no hubiera "tanta gente comiendo en el restaurante". "Pero fue una situación horrenda", insistió.
Otro rehén contó a su padre que los atacantes separaron a los bangladesíes de los extranjeros. "A ellos (los extranjeros) se los llevaron al piso de arriba, mientras que a los nacionales los sentaron alrededor de una mesa", dijo este padre, Rezaul Karim, a la AFP. "Mi nuera lleva el hiyab. Quizás eso salvó a toda la familia".
El Estado Islámico reivindica el ataque
Bangladesh está sumido desde hace meses en una serie de asesinatos de representantes de minorías religiosas, intelectuales y extranjeros, crímenes de los cuales el gobierno acusa a grupos locales, pese a haber sido reivindicados por EI o un brazo local de Al Qaida.
Oficialmente, el gobierno niega que el EI esté implantado en Bangladesh, pero este ataque, rápidamente reivindicado por la organización extremista en un comunicado dirigido a la agencia Amaq, hace temer la expansión de estos dos grupos yihadistas en Bangladesh.
Las autoridades han prohibido al principal partido islamista presentar candidatos a las elecciones y varios de sus dirigentes fueron arrestados o ejecutados recientemente por el papel que desempeñaron en la guerra de independencia de 1971.
Paralelamente, el mes pasado lanzaron en todo el país una serie de operativos contra los grupos yihadistas locales que acabó con unas 11.000 detenciones.
Varios grupos de defensa de los derechos humanos estiman, sin embargo, que estas detenciones son a menudo arbitrarias o que tienen como objetivo acallar a opositores políticos.