AFP
El vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence llegará a Seúl el domingo, en medio de una vorágine política pautada por eventuales enfrentamientos militares entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Se trata de la primera visita de Pence a Corea del Sur. El viaje, parte de una minigira por Asia que también incluye escalas en Japón e Indonesia, y por Australia, fue concebido meses atrás, pero se concreta en el momento de mayor tensión política con Pyongyang.
En la última semana, proyecciones de imágenes geoespaciales dejaron entrever que Corea del Norte podía estar preparando un nuevo ensayo nuclear para este sábado, en coincidencia con el 105 aniversario del nacimiento del fundador del país, Kim Il-Sung.
El presidente Donald Trump había advertido esta semana que Estados Unidos se "ocuparía" del caso norcoreano llegado el momento, y altos funcionarios de su gobierno confirmaron que se había considerado la posibilidad de acciones militares contra Pyongyang. Corea del Norte aseguró a su vez estar "preparada" para una guerra nuclear con Estados Unidos.
Ese tema será el eje central de las discusiones que Pence mantendrá con el primer ministro provisorio de Corea del Sur, Hwang Kyo-Ahn, el lunes, y en Tokio, durante las conversaciones con el primer ministro Shinzo Abe.
Japón y Corea del Sur están en la primera línea de fuego y pretenden que Washington se mueva con cautela, evitando acciones militares que pudieran desencadenar una conflagración mayor.
Fuera de los temas más acuciantes de seguridad, Pence intentará tranquilizar a los aliados de Washington sobre la retórica proteccionista de Trump y lanzará el mensaje de que su país respeta a "pie juntillas" sus compromisos económicos y de seguridad con sus aliados y socios, indicó un asesor en política extranjera de la Casa Blanca.
Lazos personales
El vicepresidente tiene además lazos muy personales con Corea del Sur que procurará destacar durante su visita, según analistas.
Unos 64 años atrás, el padre de Pence, el teniente Edward Price, fue galardonado con la estrella de bronce al valor por su desempeño en la guerra de Corea.
En Seúl, Pence tratará por otro lado no tocar temas relacionados con la tumultuosa política nacional de Corea del Sur, donde habrá elecciones el mes próximo, y no se reuniría con líderes de la oposición, que podrían asumir la conducción del país tras esa consulta.
Washington está preocupado, de todas maneras, por la eventualidad de que el nuevo gobierno pueda enlentecer el despliegue de THAAD, un sistema diseñado para derribar misiles, provenientes de Corea del Norte o de cualquier otro lugar.
Estados Unidos cuenta con casi 30.000 soldados en Corea del Sur y apunta a un rápido despliegue de ese sistema.
El tema ha sido complicado por la furiosa oposición de China a la perspectiva de tener un sistema de radares de alta tecnología a sus puertas, que podría neutralizar parcialmente su capacidad de disuasión nuclear.
Socio poco confiable
Pekín ha respondido con presiones diplomáticas y con coerción económica, lo que ha agriado sus relaciones con Seúl.
Pence, que en público parece manejar un discurso muy distinto al de Trump, tendrá dificultades para convencer a su aliado surcoreano de que Estados Unidos es un socio confiable.
Trump se ha quejado repetidamente de que su país debe soportar sobre sus hombros la carga de la defensa de sus socios y algunas consecuencias de tratados comerciales bilaterales y regionales que ha firmado.
El año próximo vence el acuerdo entre Washington y Seúl sobre quién se hace cargo del costo de la presencia de militares estadounidenses en el país asiático y el gobierno de Trump podría llegar a pedirle al surcoreano que asuma una mayor proporción de esos gastos.