Durante una pausa humanitaria esta semana en la guerra que se libra en la ciudad siria de Alepo, decenas de miles de civiles salieron de la zona de conflicto, entre ellas muchos pacientes vulnerables de un antiguo asilo de ancianos cerca del frente de la batalla.
Un médico de la Cruz Roja que estuvo involucrado en esta evacuación, envió el miércoles esta desgarradora carta a la BBC.
Como médico del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), he visto muchas cosas en Siria durante los pasados cinco años. Pero nada como esto.
Un día antes estuvimos tratando de llegar al centro (el asilo), pero no logramos obtener las garantías de seguridad necesarias.
Los combates han sido demasiado intensos. Tres personas murieron en el centro en ese momento.
Ahora obtuvimos permiso para ir al antiguo asilo de ancianos que se ha convertido en un refugio para unas 150 personas, algunas discapacitadas, algunas enfermas mentales, y el resto gente desesperada que no tiene a dónde ir.
Nuestro equipo, la Media Luna Roja Árabe Siria y el CICR, estábamos allí para evacuarlos del este de Alepo.
Ya estaba oscureciendo cuando íbamos en auto por las estrechas calles de la Ciudad Vieja. Conocí la zona antes de la guerra, era un lugar floreciente y animado.
Ahora es un mar de escombros. No podía reconocer las calles, y mucho menos los edificios.
Es una ciudad fantasma de concreto destrozado. Es el lugar del fin del mundo. Como una furia que barrió con todo.
A lo lejos repiquetean los tiros pero aquí no hay ningún sonido, ni gente.
Tuvimos que caminar el último tramo porque los vehículos no pudieron pasar.
Temblando y desconcertados
En medio del paisaje hay dos edificios en ruinas. Uno es para los hombres, otro para las mujeres.
Entramos al patio. Un grupo de pacientes estaba sentado alrededor de una fogata. Llevaban poca ropa y estaban temblando.
Muchos se veían desconcertados. Estaban muy cerca uno del otro, hombro con hombro, mirando alrededor tratando de calmarse uno a otro.
A un lado había cadáveres. Eran probablemente unos 10.
Yo conocía al hombre que dirigía el centro y lo encontramos. Supimos que tres días antes había perdido a toda su familia: entre ellos su esposa, hijo y nieto.
Había traído a su familia al centro porque pensaba que nadie lo atacaría.
Algunos de los cadáveres en el patio eran miembros de su familia.
A medida que caía la noche y las temperaturas se reducían aún más, teníamos que apresurarnos.
Identificamos a quienes necesitaban ayuda más urgente. Mientras trabajábamos un anciano murió de frío frente a nosotros.
No hay medicinas. No hay calefacción. Ni combustible para cocinar alimentos.
Revisé algunos edificios cercanos para ver si había más gente. No había nadie.
Pero encontré otro cadáver. Lo podíamos ver pero estaba atrapado bajo un edificio colapsado. No pudimos hacer nada por él.
Sin tener adónde ir
La evacuación no fue simple. Muchos, especialmente los pacientes con enfermedades mentales, no querían salir. Estaban confundidos, indefensos. No se daban cuenta de que estaban viviendo en una zona de guerra.
Algunos llevaban viviendo aquí entre cuatro y cinco años. No conocían ningún otro lugar.
"No tenemos familiares, no tenemos adónde ir". Algunos decían que preferían quedarse.
Y entonces llegaron algunos soldados. Llevaban seis niños con ellos. Los habían encontrado entre los escombros, perdidos, indefensos.
El mayor era una niña de 7 años, el menos un bebé de 7 meses. No habían comido durante dos días-
Todos acababan de convertirse en huérfanos después de que sus padres murieron por una bomba en días recientes. No tenían nada y a nadie. ¿Qué puedes decir? ¿Qué puedes hacer?
En el centro, 18 personas quisieron quedarse porque no tenían otro lugar adónde ir.
Espero que podamos regresar pronto para llevarles ayuda.
Es otro capítulo en una guerra espantosa.
Esa gente está pagando el costo de esta guerra terrible en la que no tuvieron nada que ver y en la que no decidieron participar.
Son los más vulnerables entre los vulnerables. Y ningún bando los protege.
Esto no se trata de quién están bien o quién está mal. Quién está ganando o quién está perdiendo.
Se trata de gente de carne y hueso, seres humanos. Seres que sangran, mueren, se vuelven huérfanos, todos los días.
Hoy me siento realmente triste. Por favor, tiene que haber límites para esta guerra.