Debía quedar para el recuerdo como una celebración entrañable en pleno verano en el pintoresco pueblito de Millinocket, en Maine. Pero la fiesta de casamiento culminó con siete muertos y al menos 177 personas infectadas por COVID-19.
Una de las razones de esta fiesta que terminó en tragedia es que los invitados al matrimonio el 7 de agosto fueron 65, más que el máximo permitido de 50 personas. Primero asistieron a una ceremonia en una iglesia baptista, y luego a una recepción en el albergue "Big Moose Inn", ambos cerca de Millinocket, un pueblo de 4.000 habitantes.
Diez días más tarde, 24 personas vinculadas al casamiento dieron positivo al COVID-19, y el Centro para el Control de las Enfermedades de Maine abrió una investigación.
El director del Centro, Nirav Shah, informó el jueves en conferencia de prensa que a raíz del casamiento hubo al menos 177 personas infectadas. Siete murieron, aunque "ninguna estuvo físicamente presente en la fiesta".
Los "detectives" que intentan hallar a todos quienes entraron en contacto con las personas infectadas vincularon el casamiento a varios focos del virus a través del estado de Maine, en la frontera con Canadá.
Un total de 39 casos y seis muertes ocurrieron en un hogar de ancianos a 160 km de Millinocket, más de 80 casos fueron identificados en una prisión a 370 km del lugar del casamiento -uno de los guardias asistió al matrimonio- y hay 10 probables casos en una iglesia baptista de la misma región.
Para Maine, que inicialmente tuvo reglas muy estrictas de confinamiento y distanciamiento social pero luego las flexibilizó a raíz de su bajísima tasa de infección, lo sucedido fue un recordatorio de que no se puede bajar la guardia frente al virus.
"Cuando nos enteramos lo que sucedió, todo el mundo volvió a entrar en cuarentena (...) Todo cerró en el pueblo", dijo a la AFP Cody McEwen, presidente del concejo municipal.
Imprudencia
Algunos residentes del puebo están furiosos con los organizadores del casamiento, comenzando por el albergue donde tuvo lugar, y cuya habilitación fue suspendida temporariamente.
"No deberían haber organizado ese casamiento. Deberían haberse limitado a 50 personas", deploró Nina Obrikis, miembro de la iglesia baptista local. "Ahora no podemos ir a ningún sitio, no podemos hacer nada".
La gobernadora de Maine, Janet Mills, lanzó el jueves una advertencia a los 1,3 millones de habitantes de este pequeño estado altamente rural, cuya tasa de contagio se sitúa en 0,6%.
Este aumento de casos "amenazan con arruinar los progresos realizados" frente a la pandemia, afirmó. "No estamos del otro lado del túnel de la COVID-19, el virus está en nuestros jardines", precisó.
Desde el comienzo de la pandemia, una serie de eventos están vinculados al origen de una cifra exponencial de casos. Los primeros en Estados Unidos fueron una conferencia de biotecnología en Boston en febrero, donde participaron unas 175 personas, y un entierro en Georgia donde más de 100 personas se infectaron con el virus.
En las últimas semanas se han registrado varios focos sobre todo en campus universitarios a raíz de fiestas. Algunas universidades han debido cerrar sus puertas y enviar a los estudiantes de regreso a casa.
En la Universidad de Oneonta, en el norte de Nueva York, más de 670 casos fueron detectados en un mes.