Equipos de rescate mantienen esperanza de encontrar con vida a niños en escuela derrumbada en México
AFP
Adriana se muerde los labios de angustia: su hija de siete años está entre la treintena de desaparecidos en una escuela destruida por el terremoto del martes en México, pero la noche del miércoles la esperanza resurgía al detectarse señales de vida de algunos menores.
La lluvia sobre amplios sectores de la capital complicaba aún más los rescates, pero se siguió trabajando con escaners térmicos mientras valientes rescatistas se sumergían en estrechos boquetes de metros de largo cavados en la pila de escombros.
"Vi cinco niños vivos pero están enredados en una telaraña de varillas metálicas", dijo a la AFP un rescatista de protección civil que pidió el anonimato por no estar autorizado a declarar.
La noticia renovó el ánimo entre los militares, cuerpos de rescate y numerosos civiles que se sumieron voluntariamente en las ruinas de la escuela Enrique Rebsamen, en el sur de Ciudad de México una de las zonas más afectadas por el sismo de 7,1 grados que deja más de 200 muertos en la capital y cinco estados.
Pero se advierte que sacar a los niños podría tomar horas.
"Es muy delicado el trabajo que se tiene que hacer para cortar las varillas sin lastimar a los niños. Los aparatos mostraban que los latidos de su corazón ya estaban débiles", añadió el rescatista.
Profundo dolor
"No hay poder humano que pueda imaginar el dolor que estoy pasando", dijo a la AFP Adriana Fargo en un albergue improvisado a la intemperie, mientras espera noticias de su hija desaparecida bajo las ruinas de la escuela Enrique Rebsamen.
Entre los cuerpos oficiales de rescate, un voluntario, un civil anónimo, era pieza clave: su tamaño menudo le ha permitido ingresar por un peligroso y estrecho canal y establecer contacto con otra niña, identificada por televisoras como Frida Sofía y a la que le ha pasado oxigeno y agua.
Sin embargo, este jueves, las autoridades descartaron la presencia de la tal Frida en el lugar.
Una maestra de la escuela privada, que no se ha despegado del sitio, también acaparaba la atención: dibujaba un croquis del lugar y las características del ambiente donde permanece atrapada la menor.
La mayor parte del tiempo los socorristas piden con puños en alto que se guarde silencio.
"Estamos trabajando junto con cámaras térmicas y unidades caninas. Por momentos guardamos silencio absoluto para escuchar a los sobrevivientes. Ellos suelen gritar o golpear paredes", dijo a la AFP por teléfono Pamela Díaz, una panadera de 34 años que desde el martes trabaja en el rescate.
Esperando un milagro
Mientras esperan un milagro, los vecinos se acercan para conseguir más información del operativo de rescate por parte de las autoridades.
"Vi cuando avisaron a uno de los padres... fue devastador", dijo entre sollozos a la AFP Flor González, una dentista de 42 años que asiste como voluntaria.
Fargo, en tanto, permanece sentada en una silla con los puños apretados y la mirada fija en el suelo.
No alcanzó a pronunciar el nombre de su hija cuando se le preguntó por quién espera y solo logra apretar los labios para contener el llanto.
Mientras, su esposo trabajaba hombro a hombro con los soldados, bomberos y socorristas que removían cuidadosamente los escombros en busca de señales de vida de los pequeños.
Con picos, palas e incluso a mano limpia, estos hombres no escatiman esfuerzos en la angustiante carrera contrarreloj para encontrar con vida a unos 30 niños -según cifras oficiales- que siguen desaparecidos.
Hasta ahora, 11 niños y al menos una maestra han sido sacados con vida de los escombros.
La tarde del martes, el centro de México fue sacudido por un terremoto de 7,1 grados, justo el día que se cumplió el 32° aniversario del devastador terremoto de 1985. Hasta el momento, el sismo deja 230 fallecidos.
La profesora María del Pilar Martí explicó que los niños no alcanzaron a salir tras el sismo.
"Nos tuvimos que resguardar en nuestros salones hasta que pasara el temblor (...) Se vino una nube de polvo cuando se colapsó una parte del edificio totalmente", dijo a la cadena Televisa.
Frente a la escuela, dos personas sentadas en una mesa con una computadora hacen las veces de "centro de control" para llevar una lista de los niños muertos, rescatados y desaparecidos.
Esta tragedia sucede cuando México no ha superado aún el trauma que le dejó otro terremoto -de 8,2 grados- ocurrido el 7 de septiembre, que dejó un centenar de muertos y numerosas casas destruidas.