Miles de personas se manifestaron el lunes en Idlib, última gran región de Siria controlada por grupos rebeldes y yihadistas, para marcar el décimo aniversario del inicio del levantamiento contra el régimen del presidente Bashar al Asad, que acabó degenerando en un conflicto devastador.
La guerra en Siria ha causado más de 388.000 muertos y ha forzado a 12 millones de personas a dejar sus hogares, según la ONU. El conflicto ha provocado destrucción masiva y ha arrasado la economía del país.
"Hemos venido para reiterar nuestro compromiso, como lo hicimos en 2011 (...), para hacer caer el régimen (del presidente) Bashar al Asad", afirma Hana Dahneen, que participó en las primeras manifestaciones hace 10 años.
Los manifestantes gritaron eslóganes que resonaron en aquella revuelta, que empezó el 15 de marzo de 2011, como "Libertad, libertad (...) Siria quiere la libertad", "Fuera Bashar" o "El pueblo quiere la caída del régimen".
Algunos mostraban imágenes de víctimas del conflicto, otros la bandera de la "revolución" adoptada al principio del levantamiento.
"Seguiremos nuestra revolución, incluso si tiene que durar 50 años", dijo Hana.
Otras manifestaciones tuvieron lugar en la ciudad fronteriza de Atme, así como en varias localidades controladas por las fuerzas turcas en el norte de Alepo.
Aunque los combates casi han cesado totalmente a raíz de un alto el fuego que entró en vigor hace un año en Idlib, la paz está todavía lejos en Siria.
"Diez años de crisis siria han infligido sufrimiento y dolor humanos indecibles", declaró el viernes el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en un comunicado.
"El mundo no ha cumplido con su obligaciones con los sirios" y su conflicto se ha convertido "en una de las crisis de desplazados más importantes" en la actualidad, lamentó.
Pese a la tragedia, Al Asad se ha mantenido en el poder, y Damasco controla más del 60% del territorio.