Nicolás Maduro, presidente de Venezuela que busca un segundo período hasta 2025 pese a la grave crisis económica, llamó a vencer la abstención que promueve la coalición de partidos opositores Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y manifestó que en la jornada de este domingo los venezolanos eligen entre la paz y la violencia.
Con una oposición dividida y sus principales líderes inhabilitados o presos, y con un vasto poder institucional con los militares a la cabeza, hay pocas dudas de que Maduro se encamina a un nuevo periodo según expertos.
"Con este proceso electora Venezuela se encamina a una etapa de estabilidad política. Tu voto decide: votos o balas, patria o colonia, paz o violencia, independencia o subordinación, el voto tuyo decide, sal a votar", afirmó Maduro, quien aseguró haber sido el primero en sufragar en todo el país.
Maduro promete que si es reelegido revolucionará la economía para traer prosperidad: "Ya no soy el novato de hace cinco años, soy un presidente experimentado", repitió en campaña.
Aunque 75% de los venezolanos rechaza su gestión, Maduro se beneficia de los leales al fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) y de la dependencia que tienen sectores populares de programas sociales y clientelistas.
La opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) rechazó participar en el proceso por considerarlo un "fraude" para perpetuar a Maduro, y llamó a la abstención. Pero el exchavista Henri Falcón se separó de sus filas y es el mayor rival del mandatario.
Casi todas las encuestas dan empate técnico entre Falcón y Maduro, pero una alta abstención favorecería al presidente, pues el chavismo tiene un voto duro de 25% del electorado.
"La gente no tiene fe en nada y ese es el drama que tenemos, por eso la apatía", aseguró el analista Juan Manuel Raffalli.
Apagones; falta de comida, medicinas, transporte y agua; precios por las nubes con un ingreso mínimo que da para un kilo de leche en polvo, abruman al venezolano y cientos de miles emigraron en los últimos cuatro años.
"Ya no soy un novato"
Venezuela ha vivido en el gobierno de Maduro, exchofer de bus y sindicalista de 55 años, una de las mayores crisis de la economía mundial en medio siglo, según el FMI, que estima la caída del PIB en 15% y la hiperinflación en 13.800% para 2018.
El país y la petrolera PDVSA fueron declaradas en default parcial en 2017, y la producción de crudo está en el peor nivel de los últimos 30 años.
Maduro promete que si es reelegido revolucionará la economía para traer prosperidad: "Ya no soy el novato de hace cinco años, soy un presidente experimentado", repitió en campaña.
Falcón, exmilitar retirado de 56 años, se propone dolarizar la economía, devolver empresas expropiadas por el chavismo y permitir el ingreso de ayuda humanitaria.
En un centenar de ciudades del mundo donde viven venezolanos están convocadas protestas para rechazar los comicios.
Muchos culpan al gobierno socialista de la debacle, y Maduro a una "guerra económica" de la derecha aliada con Washington.
Futuro sombrío
Durante el gobierno de Maduro, Venezuela también tuvo un creciente aislamiento. Varios gobiernos lo acusan de socavar la democracia, y países como Estados Unidos y Francia lo tildan de "dictador".
"Solo el pueblo de Venezuela elige a su presidente. Nada ni nadie detendrá eso", dijo la víspera el mandatario, al resaltar su "revolución democrática".
Casi todo el círculo del gobernante está sancionado por la UE y Washington, que sumó el viernes al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, a su lista de casi 70 autoridades venezolanas sancionadas -incluido Maduro- con bloqueo de bienes y prohibición de visa.
Estados Unidos, al que Venezuela vende un tercio de su producción de crudo, prohibió a sus ciudadanos negociar deuda venezolana y amenaza con un embargo petrolero.
"Donald Trump está decidido a aumentar la presión", cree el internacionalista Mariano de Alba.
Pero Maduro confía en una "rectificación", en la ayuda de sus aliados China y Rusia, y el apoyo, hasta ahora incondicional, de la cúpula militar.
"La crisis es tan severa que puede provocar o una fricción dentro de la alianza cívico-militar gobernante o una ruptura social de mayor escala", advirtió Crisis Group.
Más de 300.000 soldados custodiarán la jornada que se extenderá por doce horas.