El Papa Francisco lamentó este Domingo de Resurrección (27.03.2016) que muchos inmigrantes y refugiados encuentren "muy a menudo en su camino la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecer hospitalidad y ayuda". Esas palabras formaron parte del mensaje de Pascua ofrecido tras la misa del Domingo de Resurrección.
"Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados -incluyendo muchos niños- que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social", recordó. Y deseó que "la próxima Cumbre Mundial Humanitaria, que se celebrará durante los días 26 y 27 de mayo en Turquía, no deje de poner en el centro la dignidad de la persona, con el fin de desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos".
Siria y el terrorismo yihadista
Asimismo, Francisco se lamentó de la "forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo" y recordó los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil. El Papa pidió paz para los conflictos que actualmente están en curso, diciendo que las crónicas diarias "están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico" y también "de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles".
Tuvo unas palabras especiales para Siria, país al que deseó "caminos de esperanza" y que describió como "desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil".
Palabras para Venezuela
Por otro lado, Francisco instó a que en Venezuela se busque el diálogo y colaboración entre todos, y recordó "las difíciles condiciones en las que vive" el pueblo venezolano. Francisco pidió que el mensaje de amor de Jesús "se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos". Y abogó para que "se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos".
Por último, Francisco también pidió consuelo para los "perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo" y para "quienes en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir, a los ancianos abrumados que en la soledad sienten perder vigor, a los jóvenes a quienes parece faltarles el futuro".