Entre aplausos, lágrimas y al grito de "¡sí se pudo!", miles de mexicanos recibieron este miércoles las cenizas del cantante José José a su llegada al Palacio de Bellas Artes, donde el gobierno y sus admiradores pueden finalmente homenajear al "Príncipe de la canción".
La Basílica de Guadalupe fue la segunda parada de los restos del intérprete, donde ante una multitud su hija Marysol Sosa cantó una canción religiosa, después de la misa en su honor.
Luego, con lágrimas en el rostro, los fans recibieron las cenizas de José José en el popular barrio de Clavería, donde nació y vivió y hay una estatua en su honor, convertida en escenario de espontáneos homenajes, antes de su traslado a su última parada, el Panteón Francés.
"Siento tristeza y emoción. Antes de que fuera cantante él era muy allegado al barrio", dijo Norma Zavala, una vecina de la localidad de 41 años.
El arribo de los restos desde Miami ocurrió tras más de una semana de pleitos familiares para definir el destino de su cuerpo, en los que tuvo que mediar incluso el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y en medio de una gran cobertura mediática plagada de desinformación.
El féretro brillante, con matices dorados y plateados, fue colocado primero justo al centro de la majestuosa escalera principal del Palacio de Bellas Artes, flanqueado por arreglos de flores y coronado por un gran cartel con la imagen del cantante mexicano y la frase "José José, qué triste fue decirnos adiós", primer verso de "El triste", la más reconocida de sus interpretaciones.
En ese recinto, miles de admiradores desfilaron por contados segundos frente al féretro.
"Fue muy breve, pero con eso tenemos, es conmovedor", dijo Guillermo Reséndiz, de 43 años, quien, como otros, salía con los ojos llorosos y portando fotografías del cantante, mientras de fondo sonaban interpretaciones en vivo de sus grandes éxitos.
"No tengo palabras, son sentimientos encontrados pero lo pude venir a ver, es lo principal", dijo emocionada Araceli Segura, una mujer de 52 años que llegó al recinto acompañada de su hija.
"Ya está en su patria"
Antes de abrir las puertas a los admiradores, el ingreso del féretro provocó una inmediata ovación de los invitados de honor, principalmente familia y autoridades.
En la primera guardia de honor en Bellas Artes junto al ataúd estuvieron sus hijos mayores, José Joel y Marysol, junto a su madre Anel Noreña, su segunda esposa. Un ensamble de músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional y cuatro cantantes líricos ejecutaban, en tanto, "La nave del olvido", uno de sus primeros éxitos.
En la segunda guardia, destacó la presencia de la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y de la ministra de Cultura, Alejandra Frausto.
Los restos habían arribado unas dos horas antes en un avión militar mexicano, que aterrizó en el hangar presidencial.
Una carroza fúnebre de modelo clásico escoltada por policías en motocicletas los trasladó.
"Hemos traído de regreso el corazón de nuestro adorado príncipe de la canción, de mi papá, ya está en su patria", dijo José Joel.
El cuerpo de José Rómulo Sosa Ortiz, su nombre real, fue cremado el martes en Florida y dividido entre los hijos mayores y su media hermana menor, Sarita, que tuvo con su tercer esposa, la cubana Sara Salazar.
Sus restos serán depositados junto a los de su madre, que fue pianista.
Última voluntad
Según medios mexicanos y en Estados Unidos, la última voluntad del "Príncipe" habría sido ser cremado y, a regañadientes, José Joel y Marysol acordaron con Sarita y su madre dejar la mitad de las cenizas en Miami, donde falleció el 28 de septiembre a los 71 años.
Hijo de un cantante de ópera, José José es considerado la voz más privilegiada entre los intérpretes mexicanos.
Adoptó su nombre artístico tras la muerte de su padre, en 1968, también llamado José.
Labró una carrera de más de 50 años y vendió más de 100 millones de discos.
Su vida estuvo marcada por el alcoholismo y perdió su privilegiada voz al grado de apenas poder hablar. También padeció cáncer de páncreas, lo que minó su estado físico.