Los marroquíes se vuelven contra el terror
Los marroquíes radicados en España suelen pasar el verano en su tierra natal. Entre otras razones, porque muchas de las empresas donde trabajan tienden a cerrar por vacaciones. Con sus automóviles cargados a más no poder viajan hacia Algeciras o Cádiz.
Allí toman el ferry a Marruecos. Llevan a su país un poco de la "riqueza" que han generado en España.
Políticamente hablando, esta relación, que ha estado funcionando durante décadas, es una de amor y odio: España mantiene en Ceuta y Melilla dos enclaves en suelo norteafricano que los marroquíes reclaman; pero, por otro lado, es relativamente fácil para los magrebíes encontrar empleo en la construcción y la gastronomía ibéricas.
El mejor restaurante marroquí de la ciudad
Los padres de Hajiba Habban llegaron a Madrid hace diecisiete años en busca de una vida mejor. Pero nunca se han olvidado de su patria, a la que regresan cada verano.
Este año, Hajiba se ha quedado aquí. La joven de veinte años, que está por terminar sus estudios de Economía, trabaja en Almounia, el mejor restaurante marroquí de la ciudad, donde conoce a muchas personas cada día, lugareños y turistas.
"Los ataques terroristas de Barcelona, en los que participaron marroquíes, me ponen triste. Pero también creo que son casos aislados; locos, que nada tienen que ver con Marruecos", dice la joven. A la mujer marroquí le encanta España, a pesar de las agresiones racistas que ha vivido allí ("especialmente en la escuela").
Ella no visita las mezquitas porque no tiene tiempo, pero sí, a veces, la Casa Árabe, un centro cultural.
Ella es una joven inteligente, realista y crítica: "Sé que Marruecos no es una democracia real y que nadie que viva aquí querría volver, pero creo que hay marroquíes que se sienten frustrados en España por los trabajos mal pagados y el racismo soterrado.
No obstante, nada justifica la violencia, los ataques en Barcelona no tienen nada que ver con el Islam".
Los centros culturales islámicos quieren ayudar
Eso piensan también los representantes de las diversas instituciones religiosas en Madrid, que se han reunido la tarde del domingo en la céntrica plaza de la Puerta del Sol, para pronunciarse públicamente contra el terrorismo: "Condenamos estos actos profundamente", clama allí Mimoun Amrioui, presidente del Centro Cultural Islámico de Fuenlabrada, una ciudad aledaña. T
También en Barcelona, muchos musulmanes han expresado ante las cámaras su agradecimiento a España por la hospitalidad, a menudo entre lágrimas.
Mimoun Amrioui ha anunciado que la comunidad musulmana en España hará todo lo posible para ayudar a investigar el atentado. Por otra parte, hay que protegerse contra la islamofobia, dice la periodista Amanda Figueras, que es musulmana.
"Nosotros, los creyentes, somos también víctimas de este terrorismo, porque el odio hacia nuestra religión se incrementa con tales hechos".
Los marroquíes están bien integrados en España
En España, antes de la crisis económica, el principal grupo de inmigrantes procedía del Magreb. Entre 2003 y 2013, la cifra de 400.000 marroquíes casi se ha duplicado.
Sólo los rumanos los han superado. En su mayoría, los marroquíes viven muy bien integrados en la sociedad y están distribuidos por todo el país. No hay guetos de extranjeros en España como en otros países.
El 64 por ciento de los marroquíes en España son hombres; la mayoría de ellos ha emigrado por motivos laborales y económicos. Los chefs de cocina Abdul y Rashid también han estado viviendo en España durante muchos años.
Trabajan en un restaurante italiano de Las Rozas, a veinte minutos de Madrid. Aunque les encanta España, cada verano vuelven a ver a su familia en el norte de Marruecos e invitan a sus amigos españoles a su tierra: "Estamos avergonzados, por supuesto, cuando vemos algo como lo de Barcelona, porque el nombre de Marruecos y el Islam se menciona una y otra vez".
Ambos son creyentes, por lo que les enfada aún más el llamado terrorismo islamista y las reacciones que genera: "Manda a la mierda toda nuestra cultura y nuestra fe".
España, un país abierto Junto a la autopista M30, que circunvala Madrid, se encuentra una de las mezquitas más grandes de Europa.
La afluencia de fieles marroquíes es notable. Su centro cultural fue objeto de exhaustivas investigaciones tras los ataques a los trenes de cercanías de Madrid en marzo de 2004. Desde entonces, todo ha cambiado.
El Islam en España se ha abierto, el interés de los españoles por los musulmanes ha crecido. También, gracias a las aclaraciones de los medios de comunicación, se han dado pocos incidentes violentos contra los marroquíes.
En la antigua sede de Correos en Madrid, donde está ahora el Ayuntamiento, cuelga desde 2015 un cartel que reza "¡Bienvenidos, refugiados!".
Pretende mostrar cuán abierta es la ciudad para los extranjeros, aunque de hecho sólo haya registrado a 1.400 refugiados. Hajiba Habban, la joven del restaurante, no puede evitar una sonrisa cada vez que ve el cartel.
Le hace sentir bien. Ella se ve como española y como marroquí.