Los ministros europeos de Medio Ambiente adoptaron el viernes (23.10.2020) una estrategia destinada a proteger la biodiversidad en la UE así como lo esencial de la ley clima, con excepción del objetivo de emisiones para 2030, en el que persisten fuertes discrepancias entre los países.
Reunidos en Luxemburgo, los ministros de los 27 Estados miembros apoyaron la estrategia propuesta por la Comisión (ejecutivo europeo) que prevé proteger el 30% de la superficie terrestre y marítima de Europa. "Este objetivo deberá ser logrado colectivamente por los Estados miembros que participarán en el esfuerzo común teniendo en cuenta los parámetros nacionales", precisa el comunicado común.
Los ministros habían dado su acuerdo a la obligación de que los futuros proyectos económicos europeos no sean nocivos para la biodiversidad. Todos los proyectos legislativos de la Comisión deberán tener en cuenta esta premisa.
"Las poblaciones de aves e insectos desaparecen, nuestros paisajes naturales están en un estado lamentable debido a la agricultura industrial y a la explotación de los bosques", comentó la ministra alemana Svenja Schulze, cuyo país preside este semestre la UE, instando a hacer más para "reconstruir" los paisajes.
Los gobiernos esperan que la "Comisión proponga objetivos para la restauración de la naturaleza que sean legalmente obligatorios", agregó. El 30% del presupuesto de la UE y del plan de recuperación poscovid-19 estará destinado a acciones climáticas, por los 27 proponen que "una parte importante" de dichos fondos se inviertan en proyectos que preserven la biodiversidad.
La iniciativa ha sido bien recibida por las ONG medioambientales, que esperan, no obstante, salgan del papel. Se trata de una "etapa revolucionaria", pero "en el pasado no han faltado objetivos ambiciosos. Desgraciadamente, lo que ha fracasado a menudo ha sido la ejecución", recuerda WWF Alemania.
Según la Agencia Europea para el Medio Ambiente (AEE), más del 80% de los hábitas protegidos por la UE están muy deteriorados; la fauna y la flora están amenazadas por la agricultura intensiva, la urbanización, el turismo, la contaminación, la silvicultura poco sostenible y el cambio climático.