El 22 de enero de 2008, solo dos días después de tomar posesión de su cargo, el presidente Barack Obama firmó una orden ejecutiva para cerrar la prisión de Guantánamo en el plazo de un año. Su gesto era señal de que el nuevo presidente de EE.UU. no perdía tiempo en cumplir su promesa electoral de clausurar el lugar. Además, suponía una clara línea de separación con la administración Bush.
Sin embargo, pese a aquel temprano gesto de Obama, más de siete años después y a menos de un año de que finalice su mandato, Guantánamo sigue abierto. El presidente de EE.UU. ha encontrado en este tiempo una obstinada y fuerte oposición del Congreso para cerrarlo, pero Obama siempre ha reiterado su compromiso inicial.
La semana pasada, Obama retomó su antigua promesa. Al firmar el proyecto de ley emitido por el Congreso con disposiciones explícitas para frenar el cierre de Guantánamo, Obama criticó las medidas y dejó entrever que llevaría a cabo su clausura de forma unilateral.
Sin opciones legales
Pero los expertos consideran que, en este caso, Obama no tiene mucho margen de actuación. "No creo que pueda cerrarlo legalmente”, dice Louis Fisher, autor de The Law of the Executive Branch: Presidential Power (La ley del poder ejecutivo: el poder presidencial) e investigador en residencia del Proyecto Constitución, en Washington. El proyecto de ley firmado por Obama le impide usar fondos federales para trasladar a los prisioneros de Guantánamo a EE.UU. o para mejorar o erigir instalaciones que los alberguen.
“Esa es una clara prohibición del Congreso, que es quien tiene el poder monetario”, señala Fischer, que considera que la declaración de Obama sobre cómo su Administración podría llevar a cabo el cierre de Guantánamo es “muy vaga”. “No explica cómo va a hacerlo”, continúa Fischer. “A mí me parece que está salvando la cara diciendo que todavía es posible”. Para Paul Finkelmann, catedrático de la Universidad de Pennsylvania en el programa de Democracia, Ciudadanía y Constitucionalismo, el asunto no es tanto si Obama puede o no cerrar Guantánamo, sino cómo.
¿Qué hacer con los prisioneros?
"Guantánamo fue creado por decreto presidencial. Si Bush pudo hacerlo, Obama puede desmantelarlo”, dice Finkelman. "El problema de Guantánamo, y ese ha sido el obstáculo de Obama desde que tomó posesión de su cargo, es qué hacer con la gente que está allí”. El Congreso ha prohibido explícitamente a la Administración trasladar prisioneros hasta EE.UU., con lo que las manos de Obama están atadas para llevarlos a prisiones y juzgados estadounidenses.
"Lo sorprendente de todo esto es que la fiscal general del Estado, Loretta Lynch, ha reiterado que, si hay limitaciones legales, Obama debe atenerse a ellas”, dice Fischer. Así que si Obama tratara de cerrar Guantánamo con una orden ejecutiva y a pesar de lo estipulado por el Congreso, su actuación sería “ilegal e inconstitucional”, dice Fischer quien, como su colega Finkelman, apoya el cierre de Guantánamo.
Terceros países
Finkelman explica que, “con la opción de trasladar detenidos a EE.UU. cerrada, el mejor escenario para Obama es, probablemente, que terceros países los acojan”. Pero eso no es tan sencillo: “No es muy probable que el Gobierno alemán decida apoyar al amigo Obama aceptando varios prisioneros y trasladándolos a una prisión alemana”, argumenta.
Así pues, a menos que Obama esté dispuesto a arriesgarse a una descomunal confrontación legal y constitucional en plena temporada de elecciones presidenciales, con el terrorismo como prioridad en la agenda política, tendrá que avenirse finalmente a la idea de que no va a poder cumplir su promesa de campaña.
Hillary Clinton, por su parte, antigua secretaria de Estado de Obama y presunta candidata demócrata presidencial, ya ha anunciado que, si llega a la presidencia, trabajará con el Congreso para lograr el cierre de Guantánamo.