Como inauguración de la campaña contra la discriminación hacia el colectivo de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) que acaba de lanzar la Comisión Europea, el Ejecutivo comunitario participó el sábado pasado por primera vez en la celebración del Europride 2016 en Ámsterdam, marcando así un hito en la implicación oficial en la larga batalla por la igualdad.
Durante años, el continente europeo lideró el reconocimiento legal de los derechos LGBTI, así como la lucha contra la discriminación por motivo de orientación sexual o identidad de género. El 1 de abril de 2001, los Países Bajos abrieron la veda del matrimonio entre personas del mismo sexo y desde entonces los activistas han logrado numerosas victorias.
No son pocos los que denuncian, sin embargo, cómo Europa ha ido durmiéndose en laureles en los últimos años. "Para mí la palabra clave es autocomplacencia. La mayoría de los gobiernos europeos son todavía demasiado autocomplacientes con el trabajo hecho", señaló a DW Evelyne Paradis, directora ejecutiva de la sección europea de ILGA, la organización en defensa de los derechos LGBTI más importante a nivel internacional. De hecho, recuerda, la situación está empeorando visiblemente en lugares como Hungría o los países bálticos.
"Latinoamérica está marcando nuevos estándares"
Paradis, que estuvo el pasado mes de julio en Uruguay con motivo de una conferencia internacional dedicada a esta causa, cree que algunos países latinoamericanos, como Argentina o Uruguay, "están marcado nuevos estándares". En su opinión, se ha acabado la etapa en la que los europeos podían dar lecciones al resto del mundo: "Hay otros modelos. No digo que todo esté bien en América Latina, para nada. Lo que hemos visto en algunos países latinoamericanos es el deseo de mejora".
En efecto, si bien la discriminación, la violencia e incluso los asesinatos forman parte del día a día de las personas LGBTI en muchas partes de Latinoamérica, las leyes y políticas a favor de los derechos humanos de este colectivo proliferan por todo el continente. Países como Brasil, Puerto Rico o Colombia, así como algunos estados de México, permiten ya a las parejas del mismo sexo contraer matrimonio. Por su parte, el referente de la Ley de Identidad de Género argentina, pionera en el mundo respecto a la despatologización de la transexualidad, ha permitido también sacar a relucir la difícil realidad cotidiana que afrontan las personas trans.
DW habló también con Daniel Arzola, "artivista" venezolano residente en Providencia (Chile) y autor de la campaña viral No soy tu chiste. Cuenta que tuvo que abandonar Venezuela hace dos años por las amenazas de muerte. Para él, Argentina encendió la mecha de muchas luchas posteriores. "Nos hizo notar que no es algo que solo sea posible en Europa", explicó esperanzado. Sin embargo, recuerda que esta realidad puede ser bien distinta en gran parte del continente: "Latinoamérica es aún un gran rompecabezas que muchos queremos armar".
"Latinoamérica y Europa se han enriquecido mutuamente"
La investigadora Eduarda Ferreira, de la Red de Estudios de Geografía, Género y Sexualidad Ibero Latinoamericana, relaciona el progreso latinoamericano en esta materia con el período de bonanza económica y estabilidad política que experimentó el continente a partir del cambio de milenio, pese a que insiste en que “América Latina es una realidad muy diversa”.
Además, a su juicio, "el hecho de que algunos de los gobiernos en funciones durante esos años fuesen activamente defensores de los derechos humanos permitió que las asociaciones de derechos LGBTI tuvieran una fuerte implantación en la sociedad", explicó en una entrevista con DW. Sin embargo, de acuerdo con la experta, el ascenso al poder en países como Brasil de "ideologías no favorables a los derechos LGBTI" es un motivo de inquietud.
En cualquier caso, Ferreira explica que las agendas de activistas y gobiernos en Latinoamérica y Europa se han enriquecido mutuamente, aunque recuerda que la igualdad legal alcanzada en algunos países no implica la igualdad real: "El foco de acción de los movimientos por los derechos LGBTI debería dirigirse a otras áreas de intervención", entre las que cita como especialmente importante la educación.
En ello coincide Paradis, que desde su oficina en Bruselas mira con preocupación el auge de movimientos nacionalistas y populistas en la UE y la instrumentalización de los derechos LGBTI por algunos gobiernos para atacar a otros grupos, como las personas migrantes o musulmanas: "Si no quieres que la ley sea solo un trozo de papel, tienes que trabajar duro para cambiar la opinión pública y la mentalidad de la gente".