AFP
Washington era objeto de duras críticas por parte de Bagdad este domingo a causa de su decisión de prohibir la entrada de iraquíes a Estados Unidos, pese a que ambos países son aliados en la lucha contra los yihadistas.
El presidente estadounidense, Donald Trump, firmó un decreto por el que se prohíbe la entrada de ciudadanos de Irak, Irán, Siria, Sudán, Somalia, Libia y Yemen a Estados Unidos durante, al menos, 90 días, con el fin de proteger al país de los "terroristas islamistas radicales".
La decisión causó indignación en Irak, cuyas fuerzas han luchado contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) con la ayuda de Estados Unidos desde hace más de dos años, y condujo a llamados para que también se prohibiera la entrada de ciudadanos estadounidenses al país.
"Hemos pedido claramente que el gobierno iraquí responda recíprocamente en todos los asuntos (...) con Estados Unidos", declaró a la AFP Hassan Shwairid, vicedirector del comité de Relaciones Exteriores del Parlamento iraquí.
Por su papel en la lucha contra el EI, Irak merece recibir un trato especial en lugar de restricciones, dijo Shwairid.
"No puede ser que Irak combata hoy al EI en representación del resto de países del mundo y sea tratado como los otros países", denunció el diputado.
Shwairid dijo que la petición no afectaba a los miles de militares estadounidenses presentes en el país, miembros de la coalición contra el EI liderada por Estados Unidos.
"No está relacionada con los soldados porque forman parte del armazón de las fuerzas de la coalición internacional", declaró.
Un funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores dijo que se estaban celebrando reuniones para determinar la respuesta de Irak.
"Se están llevando a cabo reuniones intensivas y se formó una célula de crisis en el ministerio de Relaciones Exteriores para hablar sobre la actitud de la administración estadounidense", dijo el funcionario, que requirió el anonimato.
"Saquen a sus nacionales"
Un poco antes, el domingo, la poderosa organización paramilitar Hashed Al Shaabi, que agrupa a las milicias chiitas respaldadas por Irán que combatieron contra las fuerzas estadounidenses en los últimos años, pidió que se vetara la entrada de estadounidenses al país.
"Tras la decisión del presidente estadounidense de prohibir la entrada de ciudadanos iraquíes a Estados Unidos, pedimos que se impida que los estadounidenses entren en Irak, y la expulsión de todos aquellos presentes en el país", reclamó Hashed en un comunicado.
El comunicado no especificaba si la petición incluía al personal militar estadounidense en Irak, y el portavoz de la organización no pudo ser contactado.
En el área de Mosul hay desplegadas unidades tanto de Hashed como de las tropas estadounidenses en el marco de una operación para arrebatarle la ciudad al grupo EI. El riesgo para las tropas de Washington podría aumentar ante un creciente sentimiento antiestadounidense entre los militares.
Hashed Al Shaabi jugó un importante papel para impedir que progresara la ofensiva lanzada por el EI en 2014 al norte y al oeste de Bagdad y, después, para repeler a los yihadistas.
Sin embargo, también ha sido acusado reiteradamente de cometer abusos, como ejecuciones sumarias, secuestros y destrucciones en el curso de la guerra contra el EI.
Las restricciones de Trump también provocaron la condena del clérigo chiita populista Moqtada Al Sadr, bestia negra de Estados Unidos durante la guerra de Irak (2003-2011).
"Ustedes entran en Irak y otros países con total libertad y (luego) les impiden que entren en su país", declaró en un comunicado Sadr, descendiente de una poderosa familia del clero que ganó fama por su condena y violenta resistencia a la invasión y ocupación de Irak por parte de Estados Unidos.
Sadr dijo que el decreto era una muestra de "arrogancia" y urgió a Estados Unidos a "sacar a sus nacionales antes de expulsar a expatriados"