La sangre de San Genaro no se licuó como habitualmente ocurre cada año en Nápoles en Italia y que el pasado sábado se realizó en la iglesia donde permanece como reliquia.
San Genaro fue obispo de Nápoles en el siglo III y fue decapitado en las persecuciones a los primeros cristianos ordenadas por el emperador romano Diocleciano.
La sangre, guardada en una ampolla desde hace 627 años, suele licuarse tres veces por año: el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre y el 16 de diciembre.
El 16 de diciembre, según la tradición religiosa, coincide con el día de 1631 en que el santo intervino para que la ciudad no fuera afectada por la erupción del volcán Vesubio.
Según la Iglesia Católica, el milagro se produce gracias a la fe y las oraciones de los fieles. Sin embargo, este 16 de diciembre el milagro no ocurrió.
Según publicó el diario La Stampa, cuando la licuefacción de la sangre no ocurre “siempre ha estado ligado a momentos nefastos de la historia de la ciudad”, como guerras, epidemias y terremotos.
El abad de la capilla de los tesoros en la Catedral de Nápoles, monseñor Vincenzo De Gregorio llamó a “no pensar en calamidades o desgracias. Nosotros somos hombres de fe y debemos seguir rezando”, publicó ACi Prensa.
La ampolla guarda una masa de sangre reseca rojiza adherida al vidrio. Los días en que se celebra al santo la sangre se torna completamente líquida lo que se puede apreciar al mover la ampolla.
Hay veces en que el proceso toma horas o días o sencillamente no ocurre como el pasado viernes.
La sangre no se licuó en 1939, el año en que comenzó la Segunda Guerra Mundial; y en 1980, el año del terremoto de Irpinia, en que murieron cuando 2.900 personas.