La pregunta que muchos se hacen en Brasil: ¿quién será el presidente la semana que viene?
Poco después de asumir su cargo como presidente de la cámara brasileña de diputados, Waldir Maranhão advirtió el viernes a los congresistas: "Se van a sorprender conmigo". Y solo tardó unos días en demostrarlo.
Maranhão anunció este lunes que había anulado una votación que autorizó el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, lo que causó perplejidad en todo Brasil.
La noticia surgió apenas dos días antes de una sesión convocada por el Senado para decidir si suspende a Rousseff por hasta 180 días, para juzgarla por un presunto delito de responsabilidad fiscal, por presuntamente haber maquillando el déficit presupuestario.
Como si esto no bastara para crear incertidumbre sobre quién presidirá el mayor país de América Latina la semana que viene, el líder del Senado indicó que ignorará la decisión de Maranhão y seguirá con el proceso de "impeachment" como estaba previsto.
La cuestión podría acabar definiéndose en la justicia, pero la intensidad de la disputa por el poder, el choque de líderes del Congreso y el desorden reinante en Brasilia desconciertan hasta a los especialistas.
"Estas vueltas en la política brasileña están dejando a todo el mundo loco", dijo Vera Chaia, una profesora de ciencia política en la Universidad Católica de São Paulo, en diálogo con BBC Mundo.
"Juego con la democracia"
Maranhão, miembro del Partido Progresista (PP) y virtualmente desconocido en Brasil hasta la semana pasada, reemplazó el jueves en la presidencia de Diputados a Eduardo Cunha, un impulsor clave del juicio político a Rousseff que fue suspendido por la justicia por enfrentar cargos de corrupción.
La Cámara Baja decidió el 17 de abril, por 367 votos a favor y 137 en contra, autorizar el "impeachment" y enviar el proceso al Senado, donde todo indica que hay votos suficientes para suspender y juzgar a Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
Pero Maranhão, también investigado por presunta vinculación al esquema de sobornos en la petrolera estatal Petrobras, sostuvo que hubo "vicios que tornaron nula de pleno derecho" la votación de los diputados.
Por ejemplo, indicó que los legisladores "debían votar de acuerdo con sus convicciones personales y libremente", pero fueron orientados o recibieron órdenes de sus partidos sobre qué opción apoyar.
La noticia en la mañana del lunes cayó como una sorpresiva bomba en Brasilia, donde la propia mandataria dijo desconocer sus consecuencias y pidió "cautela" a sus seguidores.
El presidente del Senado, Renan Calheiros, anunció por la tarde que había resuelto ignorar el pedido de Maranhão para devolver el proceso a Diputadosy preparar una nueva votación.
"Aceptar este juego con la democracia sería quedar personalmente comprometido con el atraso del proceso", sostuvo Calheiros, otro político brasileño investigado por la justicia por sospechas de corrupción, durante una sesión del Senado.
¿Y ahora?
La decisión del líder del Senado ofuscó a los senadores oficialistas, que exigían a gritos que se respetara el pedido del líder de la cámara de diputados, mientras los opositores la celebraron.
Calheiros es miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que pertenece el vicepresidente Michel Temer, quien se prepara para asumir el gobierno en caso de que Rousseff sea suspendida.
La presidenta está acusada de maquillar el déficit presupuestario del gobierno usando fondos de bancos públicos, lo que está prohibido por una ley de responsabilidad fiscal.
Ella niega haber cometido delito alguno, insiste en que hay un intento de "golpe" de Estado y acusa a Temer y Cunha intentar derrocarla.
Diversos analistas advierten que toda esta confusión política ocurre en la peor hora para Brasil y ahuyenta inversores en medio del peor retroceso económico que el país haya tenido en décadas.
Este lunes, congresistas a favor y en contra de Rousseff anunciaron querecurrirían a la Suprema Corte para que dictamine sobre la legalidad de las nuevas decisiones de ambos líderes del Congreso.
El Supremo ya ha tenido una voz preponderante en la crisis política brasileña, al ordenar cómo debía ser el proceso contra Rousseff en el Congreso y apartar a Cunha.
"¿Será que de nuevo el Supremo va a juzgar quién tiene razón o cómo tiene que ser el impeachment?", preguntó Chaia.
De hecho, ya comienzan a surgir miembros de la máxima corte brasileña de justicia opinando sobre la decisión el nuevo líder de la cámara de diputados.
"Si no fuese un acto circense, sería realmente un acto criminal, de tentativa de fraude", sostuvo Gilmar Mendes, uno de los jueces del Supremo, según el diario O Estadao.
Maranhão anuló la votación de los diputados aceptando un recurso del abogado general del Estado, pero muchos se preguntan si al proceder así perseguía alguna finalidad ulterior.
Pero él aseguró que es consciente de lo "delicado" que es el momento actual para el país.
"No estamos", dijo, "ni estaremos en momento alguno jugando a hacer democracia".