La odisea de 48 horas de los buzos que se perdieron en aguas infestadas de tiburones
Dos horas antes del rescate, la desesperación estaba llegando a lo más alto en la mente de Hernán Darío Rodríguez.
Llevaba casi 48 horas en el mar al lado de Jorge Iván Morales, perdidos ambos, solo con el equipo de buceo que habían cargado.
Hernán acababa de perder el visor que le protegía la cara.
"Fue un golpe durísimo en el ánimo, porque es uno de los elementos básicos que nos ayudaba a mantenernos vivos", dijo este colombiano de 37 años a BBC Mundo.
Estaban en su tercer día a la deriva luego de que su grupo de cinco buceadores perdió el contacto tras una inmersión en la isla de Malpelo, a unos 500 kilómetros de la costa del Pacífico de Colombia.
Ya habían pasado más de 40 horas sin dormir, sin beber agua y sin probar alimento, y en un momento en que se quedó dormido Hernán perdió la careta de su traje.
Todo parecía ir en su contra.
Pensaban en cómo podrían turnarse el visor que les quedaba durante las siguientes horas, cuando escucharon a lo lejos el ruido de un motor.
Un avión pasó de largo por encima de ellos y parecía que no vieron las boyas de localización que tenían.
"La desesperanza se apoderó de nosotros. Y como a los 15 minutos vimos un punto en el aire y vimos que el avión estaba retornando. Estábamos seguros que el avión nos estaba buscando", relata Hernán.
"Sentí como una recarga de energía impresionante que me invadió de los pies a la cabeza. Una enorme felicidad porque los ánimos estaban muy bajos".
El rescate luego de dos días en el agua siguió a duras horas en las que pensaron en el peor de los escenarios, pero mantuvieron la mente ocupada y trabajaronen equipo para sobrevivir.
"Hablamos del suicidio"
El grupo de 12 buzos, tres instructores y la tripulación del barco María Patriciahabía zarpado de Buenaventura, Colombia, el 25 de agosto y tenían un viaje de más de 30 horas hasta Malpelo.
Hernán, Jorge, Érika Díaz y Paul Morse y el instructor Carlos Jiménez estaban en su última inmersión de la expedición, el 31 de agosto, cuando una corriente submarina los arrastró lejos de su barco a eso de las 16:30 horas.
Aunque estaban relativamente cerca uno del otro al salir a la superficie, la marea los comenzó a separar cada vez más y más, tanto a uno del otro como del barco y de la isla Malpelo.
Hernán, quien tiene 10 años de experiencia buceando, se quedó con Jorge y conforme avanzaba el tiempo y oscurecía empezaban los problemas.
Se ataron el uno al otro para mantener el calor; usaron las cuerdas para flotar en el agua en posición fetal y evitar fatigarse nadando; usaron las boyas de localización desinfladas para cubrirse el cuello luego de que fueron picados por medusas.
"No podíamos darnos el lujo de sentarnos y hablar de qué tan difícil era la situación. Lo único que hacíamos era tratar de invertir el tiempo tratando de solucionar problemas", dice Hernán
"Pero no puedes negar el hecho de que estábamos solos, en una oscuridad tremenda, con frío, con riesgo de ataque de animales, con riesgo de hipotermia".
Grandes grupos de tiburones martillo pasan por esa zona, lo que es uno de los atractivos para los buceadores, pero son raros los ataques a humanos.
Hernán y Jorge buscaban mantener la mente ocupada en tareas, pero los pensamientos negativos eran imposibles de sacar de sus mentes cuando las horas pasaban.
"Son momentos en los que tú tienes que tocar todos los temas. Así no nos gustara, teníamos que asumir la realidad de que llegado el momento, si pasaba mucho tiempo y no pasaba nada, ninguno de los dos quería sufrir", recuerda Hernán.
"Incluso habíamos hablado de suicidio. Habíamos hablado de cómo tomaríamos la decisión, de qué opción podríamos usar. Una de esas opciones siempre es morir".
Érika y Carlos siguen perdidos
El australiano Paul Morse nadó hasta ponerse a salvo en la rocosa isla de Malpelo, mientras que Érika Díaz y Carlos Jiménez siguen sin ser localizados a una semana de quedar a la deriva.
El Club Orcas, el cual organizó la expedición, asegura que los buceadores tenían la experiencia requerida y el equipo adecuado, y estaban con el instructor que tenía 30 años de experiencia.
"Son buzos avanzados con un entrenamiento suficiente para estar allá. Cumplían todas las condiciones. Esto es un caso que se sale de las manos", dijo Patricia Duque, representante del club, a BBC Mundo.
Asegura que en los 25 años en que han realizado este tipo de expediciones no habían tenido un caso en el que las corrientes arrastraran a los buceadores.
El contraalmirante Paulo Guevara, comandante de la Fuerza Naval del Pacífico colombiana, informó que la operación de búsqueda sigue por tiempo indefinido, enun área de unos 100 por 70 kilómetros.
"A medida que pasa el tiempo el área de incertidumbre se vuelve más grande", explicó Guevara a BBC Mundo. Además de que se reducen las posibilidadesde encontrarlos si los buceadores no tienen sus boyas de ubicación.
Para Hernán Rodríguez, la alegría de su rescate "no es completa" porque aún siguen sus dos compañeros de buceo en el agua.
Pero no duda de cuál fue la clave para mantener las esperanzas con Jorge Iván Morales:
"El solo hecho de haber tenido la cabeza ocupada, con tantos problemas y tantos factores a resolver, hizo que pudiéramos sacar adelante la situación. En supervivencia, una de las cosas más importantes es mantener la mente ocupada".