La masacre de 500.000 personas que tardó medio siglo en ser declarada crimen contra la humanidad
Empezó con la muerte de seis generales cuando un grupo de militares indonesios irrumpió en sus casas en medio de la noche.
Era el 30 de septiembre de 1965 y se desataba así una oleada de represalias que se extendió por un año y acabó con la muerte de más de medio millón de personas.
El ejército de Indonesia acusó al entonces Partido Comunista Indonesio (PKI) de estar detrás del asesinato de estos generales, lanzándose contra cualquier persona sospechosa de pertenecer o simpatizar con esa formación.
Ahora, 50 años después, el Tribunal Popular Internacional 1965 en La Haya (TPI), formado por siete jueces, declaró que estas matanzas constituyeron uno de los mayores genocidios del siglo XX, calificándolo como crimen contra la humanidad.
Un conflicto más amplio
Gobernada por Sukarno, su primer presidente tras haberse independizado de Holanda, Indonesia vivía en un precario equilibrio entre tres poderosas fuerzas: el ejército, el Partido Comunista y los grupos islámicos.
El Partido Comunista de Indonesia era el segundo más grande del mundo, con unos tres millones de militantes. Aunque no formaba parte del gobierno tenía una creciente influencia en el mismo.
Eran los tiempos de la Guerra Fría y Sukarno, fundador del movimiento de Países No Alineados, estaba cada vez más enfrentado con las potencias occidentales, especialmente por el apoyo de estas a la creación de la Federación de Malasia.
En un discurso en marzo de 1965, Sukarno acusó al "imperialismo occidental" de los conflictos en Vietnam, Laos y Camboya.
Internamente, la situación económica del país se deterioraba gravemente y había crecientes enfrentamientos entre militantes del Partido Comunista y grupos islámicos y nacionalistas que derivaron en choques sangrientos, sobre todo en Java.
Al mismo tiempo, militantes del PKI y sindicatos controlados por ese partido realizaron numerosas acciones de acoso contra funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en Indonesia.
En este contexto, se produjo la muerte de los seis generales, que fue reivindicada por un grupo militar llamado Movimiento 30 de Septiembre que tomó el control de algunos lugares clave y proclamó un régimen revolucionario.
Asumiendo que lo ocurrido fue un plan orquestado por el PKI, el entonces jefe del ejército, el teniente general Suharto, inició la persecución de los militantes de esa organización política.
Pocos meses tras las matanzas, en 1966, Suharto tomó las riendas del país y un año más tarde se convirtió en presidente, cargo que mantuvo los siguientes 31 años.
El regreso de la memoria
Tras décadas de olvido colectivo, la presión para que esta masacre saliera a la luz tan solo cobró fuerza por el documental The Act of Killing, con el que fuenominado al Oscar el estadounidense Joshua Oppenheimer.
En la película, Oppenheimer muestra a los asesinos alardeando de sus crímenes y volviendo al lugar de los hechos para mostrar en detalle lo que hicieron.
"Les pegábamos hasta matarlos y después quedaba una mancha fea de sangre, así que empezamos a usar alambres", dijo uno de ellos.
Cómo es que esta matanza desapareció de la memoria colectiva en Indonesia, preguntó BBC Mundo hace un año al cineasta.
"Es como si Hitler hubiera ganado la guerra y Himmler fuera un héroe nacional, salvador de la patria. En Indonesia, los ganadores siguen teniendo muchísimo poder y toda la impunidad del mundo para seguir perpetuando su versión de los hechos", respondió.
Oppenheimer después de The Act of Killing rodó un segundo documental, The Look of Silence, mostrando a los sobrevivientes y sus familiares.
Un tribunal simbólico
El Tribunal Popular Internacional (TPI) para estudiar la comisión de crímenes contra la humanidad en Indonesia en 1965 no es una instancia con competencias jurídicas reales.
Está formado por destacadas organizaciones de derechos humanos internacionales. Sesionó en noviembre de 2015 y en sus audiencias participaron seis fiscales internacionales y siete jueces, así como decenas de testigos y expertos.
Su creación surgió como iniciativa de un conjunto de organizaciones no gubernamentales, a partir de la realización de los documentales de Joshua Oppenheimer.
Su existencia apunta más hacia el objetivo de impulsar a las propias autoridades de Indonesia a investigar lo ocurrido y sancionar a los responsables.
Procedimientos similares se han aplicado en el pasado ante situaciones que no han podido ser canalizadas a través de procesos judiciales formales como, por ejemplo, la guerra de Vietnam o la situación del pueblo palestino.
La sentencia
En su sentencia, el TPI exige que el gobierno de Indonesia pida disculpas, investigue este caso y deje de pretender que no pasó nada.
Declara además que Estados Unidos, Reino Unido y Australia "fueron cómplices" en diferentes grados de esta matanza. Su veredicto, sin embargo, no es vinculante.
La coordinadora indonesia del tribunal, Nursyahbani Katjasungkana, le dijo a la BBC que llevarán los resultados de este juicio a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU el 17 de abril de 2017 e incluirán estas conclusiones como parte de un informe.
Pero el gobierno indonesio inmediatamente salió a la palestra, y a pesar de reconocer que ocurrió "un evento", aseguró que lo resolverán sin intervención extranjera.
"Indonesia no reconoce este juicio y todo está en el pasado", le dijo a la BBC el portavoz gubernamental Agus Barnas.
Negación
Y es que en medio de la Guerra Fría y con Vietnam de telón de fondo, la intervención del entonces jefe del ejército indonesio, el teniente general Suharto, contra el Partido Comunista contó con la aprobación, o al menos la vista gorda, de las potenciales occidentales.
Muchos pensaron que cuando abandonó el poder en 1998 se inauguraría un periodo de reformas. Sin embargo, según el tribunal popular en La Haya, seguidores de Suharto tomaron el poder.
El nuevo presidente indonesio, el reformista Joko Widodo, ganó las elecciones presidenciales hace dos años y prometió investigar las violaciones de derechos humanos relacionadas al "asunto de 1965", pero desde entonces no ha pasado nada.
Al menos por ahora.