La increíble historia del profesor australiano convertido en negociador con el temible Boko Haram
Stephen Davis estaba viendo el noticiero con su esposa, en la ciudad australiana de Perth en abril de 2014, cuando se enteró del secuestro de 276 niñas en Nigeria.
Decenas de militantes del grupo extremista Boko Haram, que durante años ha azotado violentamente Nigeria, había llegado a su escuela en la ciudad de Chibok, al noreste del país y se las había llevado en varios camiones.
"Cinco días, seis días, una semana… nadie las vio. Sólo desparecieron", le dice Stephen Davis al programa Outlook de la BBC.
"Veíamos noche tras noche y no podíamos creer que no hubiera nada que no se pudiera hacer para conseguir que las niñas regresaran a sus casas", agrega.
Y mientras pasaban los días sin noticias de las menores y crecían las campañas internacionales pidiendo su regreso, el australiano sentía impotencia de quedarse con los brazos cruzados.
Así que decidió montarse en un avión y viajar más de 11.000 kilómetros hasta Nigeria, para intentar negociar su liberación con el grupo que según cifras de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, en 2014 dejó 6.644 personas muertas.
Pero ¿por qué él? ¿qué podía hacer un antiguo profesor de remotas comunidades aborígenes para rescatar dos centenares de niñas africanas de manos de uno de los más sanguinarios grupos extremistas del mundo?
Esta es su historia.
Profesor en una remota isla
Davis estaba por los 20 años cuando vio un aviso en un periódico local buscando personas que quisieran viajar al norte de Australia a enseñar a las comunidades aborígenes.
Había sido testigo en Sídney de la discriminación y el maltrato que sufrían los indígenas por parte de los australianos blancos y decidió que su destino estaba en ayudar a aliviar este tipo de injusticias.
Durante más de dos años vivió en compañía de su esposa, Julie Davis, en la remota isla Milingimbi, donde aprendió la lengua aborigen, las costumbres y se convirtió en mediador de problemas entre vecinos.
"Muchas tribus venían con sus conflictos. Al final me volví un facilitador natural para las comunidades del norte", afirma Davis.
La confianza que los aborígenes tenían en él y la necesidad urgente del gobierno de comunicarse con ellos hicieron de Davis un personaje instrumental en la aplicación de la recién aprobada Ley de derechos de tierra y mar, en los años 70.
Davis saltó de ser un maestro en una remota isla llena de cocodrilos, donde los indígenas cazaban y pescaban para vivir, a asesor del ministro de gobierno en el norte de Australia como mediador de la difícil lucha por los derechos de la tierra y el mar que vivió el país durante décadas.
La tregua del petróleo en Nigeria
A principio de la década del 2000, Davis había publicado algunos artículos y era reconocido por su carrera como conciliador con las comunidades.
Llegó con su esposa a vivir en Delta del Níger, en Nigeria, contratado por la compañía de petróleos Shell para mejorar las relaciones con las comunidades locales.
La región, rica en crudo, vivía una ola de violencia constante por parte del grupo rebelde Fuerzas Voluntarias de los Pueblos del Delta, liderado por Mujahid Dokubo Asari, que le exigía al gobierno del presidente Olusegun Obasanjo, control sobre el delta.
"Era una época difícil, no podíamos salir del campamento, la gente era violenta contra Shell, era parte de la rutina diaria", cuenta Davis.
"Decidí hacer contacto con los rebeldes porque era muy claro que todo el mundo estaba en conflicto", relata.
Para reunirse con Asari el australiano tuvo que pasar varios filtros.
"Manejamos hasta una ciudad. Allí, alguien nos metió en un carro, luego saltamos a un taxi y durante tres o cuatro horas, hasta que nos metieron en un carro en el que había tres comandantes con algunos AK 47 sobre sus piernas".
Los rebeldes estaban dispuestos a rendirse pero temían que los mataran. Davis se comprometió a negociar con el presidente para que lograran un acuerdo.
"Viajé a Abuja, vi al presidente que me dijo que si ellos querían rendirse lo aceptaría".
El 30 de septiembre de 2004 el mediador espontáneo de la paz en Nigeria regresó al palacio presidencial con Asari y otros líderes rebeldes.
Al siguiente día el cese el fuego fue anunciado por el presidente de Nigeria, con Asari a su lado.
"El presidente estaba contento, el país celebraba la paz y Julie y yo nos montamos en un avión nos fuimos a Londres".
Negociar con Boko Haram
En 2006, Davis fue contratado por el gobierno de Nigeria como un asesor independiente.
Su primera misión fue viajar al norte del país para investigar a un nuevo grupo rebelde que había surgido, que se creía que tenía vínculos con el también grupo radical Al Qaeda.
"Mientras íbamos de pueblo en pueblo aparecía gente que quería conocerme y agradecerme por haber salvado la vida de Asari, en 2004, que era un líder musulmán", dice Davis.
"Ahí empecé a construir la confianza con esta gente. Con la base de que cuando llegara el momento, esta relación tendría valor".
Ese día llegó en abril de 2014 cuando militantes de Boko Haram entraron en la escuela en Chibok y se llevaron más de 200 niñas.
"Gesto de buena voluntad"
Cuando vio la noticia en 2014 Davis estaba en Perth recuperándose de un cáncer.
"Después de dos semanas ya era ridículo. Se habían necesitado entre 80 y 100 vehículos, incluidos camiones y más de 400 hombres y era milagros que no hubiera registros ni nadie los hubiera visto", señala.
"El mundo había cambiado. Antes yo tenía que ir hasta allá para enfrentar a los rebeldes, pero 10 años después, con los celulares, ahora podía llamar a algunos rebeldes de Boko Haram y preguntarles quién tenía a las niñas".
Después de tres llamadas sin respuesta, decidió volver a Nigeria. Fue una decisión automática, asegura.
"Fui a ver al presidente para dejarle saber mis planes", explica.
El presidente arregló su viaje en un avión militar y le dio un pase para poder atravesar los bloqueos de las carreteras.
Davis se reunió con los militantes del grupo que tenían varias de las niñas enfermas, incluso sabía que tres habían muerto.
"Les dije 'yo me llevo a las niñas enfermas y ustedes lo anuncian como un gesto de buena voluntad para abrir un diálogo con el gobierno', y ese fue el trato".
Los rebeldes se comprometieron a enviar 60 niñas enfermas a una población y llamar a Davis a informarle su ubicación. Pero otro grupo se adelantó y se llevó las niñas 15 minutos antes de que pudieran llegar.
Fue una gran frustración para Davis, las niñas fueron capturadas por otro grupo que, según él, terminó regresándoselas después a Boko Haram.
Las niñas que "lograron escapar"
En octubre de ese mismo año, la noticia del regreso de tres de las niñas secuestradas en Chibok le dio la vuelta al mundo.
Habían pasado seis meses desde su desaparición y era la primera vez que se sabía algo sobre su paradero.
De acuerdo a la información publicada en varios medios -incluida la BBC- las niñas saltaron de un camión en que eran transportadas por Boko Haram.
Aunque no existe confirmación del gobierno nigeriano, de acuerdo a la versión de Davis, el regreso de las niñas -que él dice que son cuatro en lugar de tres-, resultó de una negociación posterior que él hizo con un joven militante de Boko Haram cuando se frustró el rescate de las 60 niñas enfermas.
El hombre había sido reclutado por el grupo a la fuerza y, según la historia de Davis, fue asesinado después de facilitar el escape de las niñas.
Hasta la fecha, la primera confirmación oficial que se tiene del rescate de una niña secuestrada en Chibok ocurrió la semana pasada, con el regreso de Amina Ali Nkeki, que hoy tiene 19 años, y que llegó con una bebé de cuatro meses que tuvo en cautiverio.
Su supuesto esposo también llegó con ella.
Cambiar la estrategia
Davis dejó el país sintiendo que no había sido útil realmente y replanteándose la estrategia.
"Si nos entregan 30 niñas, Boko Haram terminará secuestrando 100 más. Lo que hay que lograr es que se rindan", dice Davis.
Según dice han logrado algunos avances, pero el mayor temor de los rebeldes es ser ejecutados apenas entreguen las armas.
"Yo no sé ya cómo negociar con estos tipos. Uno intenta y confía en lo que se supone que debe pasar del otro lado. He aprendido que llevar mi punto de vista occidental y botarlo en África subsahariana no funciona", reconoce.
"No puedo decir cuál es la solución o el castigo, sólo puedo tratar de llevar paz y reconciliación, pero todo es muy poco familiar para nosotros. No dejo de pensar en una salida".