La monja Mariana se despertó con la sangre de su cabeza en las sábanas.
Como a casi todos en el pequeño pueblo italiano de Amatrice, el terremoto de magnitud 6,2 la sorprendió mientras dormía en la madrugada del miércoles.
"Al principio no entendía lo que estaba pasando. Me desperté sobresaltada y vi que mi cama estaba llena de mi propia sangre, porque un escombro de mi edificio me golpeó la cabeza", dijo Mariana al diario italiano La Repubblica.
La religiosa de 32 años, originaria de Albania, asegura que no podía salir de su habitación porque la puerta estaba bloqueada, así que salió al balcón para pedir ayuda, pero nadie la escuchaba.
"Vi todo destruido. No podía entender qué estaba pasando. Cuando me di cuenta, traté de protegerme y me puse bajo la cama", dijo Mariana a la BBC.
Cuando pasó el temblor, un joven la tomó por el brazo y la ayudó a salir del convento Don Minozzi, que "se derrumbó por completo".
Ahí también vivían ancianas. Unas pudieron salir, pero de otras no hubo señales. "Tratamos de escuchar sus voces o algo, pero no escuchamos nada. Es una tragedia", dijo Mariana.
Ya con el amanecer, un fotógrafo de la agencia italiana Ansa, Massimo Percossi, encontró a la monja en la calle, sentada junto al cuerpo de otra persona que fue puesta en la calle con ayuda de una escalera como camilla.
La de la monja Mariana es uno de los muchos testimonios de sobrevivientes del sismo que sacudió el centro de Italia en la madrugada del miércoles y que ha dejado, al menos, 250 personas muertas.
"Vamos, Giorgia"
Luego de 17 horas del terremoto, los bomberos escucharon un débil ruido por debajo de los escombros en el pueblo de Pescara del Tronto.
"Se escucha algo aquí abajo. Calma, calma", dijo uno de los rescatistas.
Pronto descubrieron que se trataba de una niña de unos 10 años llamada Giorgia.
Los voluntarios trabajaban rápidamente para quitar escombros mientras trataba de alentarla: "Vamos, Giorgia, vamos, Giorgia".
La alegría de su rescate desafortunadamente se mezclaba con la tristeza de que la hermana de Georgia había muerto.
"Murmullo del Mal"
El "murmullo del mal" es como recuerda una mujer polaca, Ewa Szwajak, el crujir del temblor en Amatrice.
"Sabíamos que era un terremoto. Voy a recordar hasta el final de mi vida ese ruido, el murmullo del mal de las paredes que se movía", dijo.
Junto con su esposo y su hijo de 4 años, escapó por un balcón y se puso a salvo, pero supo que sus vecinos murieron.
Sobreviviente de 2009
Martina Turco está entre los afectados de las pequeñas localidades y aldeas de la zona montañosa en Umbría, Lazio y Marcas.
Ella es una sobreviviente del mortal terremoto de 2009 en L'Aquila, de donde decidió alejarse luego de esa amarga experiencia, informó la agencia Ansa.
Pero trágicamente su niña de 18 meses de edad, Marisol Piermarini, murió en el terremoto del miércoles en Arquata del Tronto.
Turco está siendo atendida en el hospital después de que fue sacada de entre los escombros.
"¿Qué tenemos que perder?"
Mónica sobrevivió en Amatrice y aún este jueves podía sentir las múltiples réplicas mientras dormía en su coche con su familia.
"Cuando llegó la (réplica) más grande, el coche comenzó a moverse", dijo a la agencia AGI noticias.
"Pero, ¿qué tenemos que perder? Hemos perdido nuestra casa. Muchos amigos y familiares están muertos. Lo hemos perdido todo, incluso el miedo".