El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) se reúne este fin de semana para elegir a su nueva dirección, disputada por moderados y radicales, en medio de fuertes medidas de seguridad por las protestas previstas en contra del partido antiinmigrantes.
La entrada de la AfD en el Bundestag tras obtener un 12,6% de los votos en las elecciones legislativas del pasado 24 de septiembre fue un terremoto político en Alemania.
La AfD, nacida en 2013, consiguió 92 escaños, algo nunca visto para una formación populista de estas características en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
El partido también está presente en 14 de los 16 parlamentos regionales.
Avalados por estos resultados, cerca de 600 delegados se reúnen en la ciudad de Hanóver, en el norte del país, para designar a su nueva cúpula y dotarse de una hoja de ruta política hacia su objetivo de convertirse en la principal formación opositora al partido de Angela Merkel.
Desde hace dos meses, la formación se deleita con las dificultades de la canciller, cuyo partido ganó las elecciones pero con un resultado históricamente bajo y que ahora complica la formación de una mayoría para gobernar.
Al margen del congreso, que empezó el sábado por la mañana, varios centenares de manifestantes intentaron bloquear el acceso al recinto y la policía los dispersó con cañones de agua.
En total se espera que cerca de 8.500 detractores de la formación se congreguen en la ciudad para denunciar su política antiinmigración.
- Movilización policial -
Miles de agentes fueron movilizados para evitar cualquier violencia y el sindicato de policías GdP hizo un llamamiento a la calma, después de los incidentes que estallaron durante el congreso del partido el pasado mes de abril en Colonia (oeste). Entonces, varios policías resultaron heridos.
El AfD también va a intentar suavizar las tensiones internas entre el ala más radical y los moderados.
Prueba de ello es la dimisión, al día siguiente de las legislativas, de la copresidenta de la formación, Frauke Petry, contraria a la radicalización.
"El AfD no logra calmarse, el partido sigue en pugna sobre qué dirección quiere tomar", dijo el semanario Der Spiegel. "Sigue dividido sobre si debe ir todavía más a la derecha", agregó.
Desde su creación, esta formación antieuropea en sus inicios se transformó en partido de ultraderecha, aprovechando la preocupación que suscitó la decisión de la canciller de acoger en 2015 en Alemania a cientos de miles de solicitantes de asilo.
- Siria, un país seguro -
"Merkel está completamente debilitada y es, en parte, gracias a nosotros", se congratuló en una entrevista con la AFP Alexander Gauland, uno de los líderes de la formación.
La cuestión del liderazgo será el tema central del congreso tras la renuncia de Frauke Petry.
Para intentar reconciliar a las distintas tendencias, el partido optó por una dirección colegiada de al menos dos personas.
Entonces este fin de semana se dirime la batalla por hacerse con el segundo puesto, junto al actual copresidente, Jörg Meuthen, un economista y diputado del oeste del país.
El ala moderada quiere impulsar la candidatura del líder de Berlín, Georg Pazderski, un excoronel de ejército alemán.
Pero los sectores más nacionalistas quieren elegir a un político con posiciones más "duras", como Gauland, de 73 años, que defiende, entre otras cosas, que Alemania abandone el consenso en torno al arrepentimiento sobre los crímenes de los nazis.
Además de estos temas, los delegados debatirán varias mociones, entre ellas una propuesta para prohibir la circuncisión de los niños, practicada por musulmanes y por judíos.
Otra demanda proyecta que se limite la definición del antisemitismo, para que se permitan más críticas hacia los judíos sin riesgo de llegar a los tribunales.
El partido causó polémica recientemente por pedir el reenvío inmediato a Siria de decenas de miles de refugiados, argumentando que ahora "grandes partes" del país son seguras.