La cuatro claves de la crisis histórica que azota a Brasil
Brasil, el gigante emergente de América Latina, se encuentra sacudido por una crisis política sin precedentes, con una recesión económica de telón de fondo y un enorme escándalo de corrupción en la estatal Petrobras que hace temblar a la clase en el poder.
Éstas son las principales claves de la crisis.
La crisis económica
Como el resto de la región, Brasil sufre con la caída de los precios de las materias primas, que son sus principales productos de exportación, vinculados a la desaceleración de China. En 2015, el PIB de la séptima economía del mundo se contrajo un 3,8%, su peor resultado en 25 años.
La caída fue la peor entre los países emergentes del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), mientras que en América Latina sólo se vio superada por el desplome de Venezuela.
El gobierno espera un nuevo retroceso del PIB en 2016, de 2,9%, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) se muestra más pesimista: proyecta una contracción de 3,5% y para 2017, crecimiento cero.
Analistas coinciden en que la incertidumbre, sobre todo política, explica la paralización económica.
La inflación sobrepasó la barrera del 10%, mientras subían las cifras del desempleo, el déficit y la deuda.
Los escándalos de corrupción
En el poder desde 2003, el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) ha sido sacudido por dos grandes escándalos de corrupción.
En 2005 se destapó el "mensalao", una trama en la que jerarcas del PT sobornaban legisladores durante el primer gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva para que apoyaran sus iniciativas en el Parlamento. Varios altos exfuncionarios fueron condenados. Lula salió ileso y consiguió ser reelegido.
En marzo de 2014, estalló otro caso de magnitudes diferentes: un sistema generalizado de sobornos pagados durante una década por grandes constructoras brasileñas a funcionarios de la estatal Petrobras y políticos a cambio de contratos.
Parte de esos sobornos llegaron a miembros del PT y a otros partidos de la coalición. Rousseff estuvo buena parte de esos años al frente del consejo de administración de Petrobras, pero nunca fue acusada de nada hasta esta semana.
El exlíder del PT en el Senado, Delcidio Amaral, inculpado en este caso, acusó al ministro de Educación, Aloizio Mercadante, de tratar de comprar su silencio como "emisario de la presidenta".
Lula entró oficialmente en la causa Petrobras el 4 de marzo, cuando fue detenido brevemente para ser forzado a declarar en una investigación sobre corrupción y lavado de dinero dentro de la operación Lava Jato.
La fiscalía de Sao Paulo pidió en paralelo su prisión preventiva por presunta ocultación de bienes: un apartamento tríplex, que legalmente es de la constructora OAS pero que los procuradores sospechan le pertenece, y una chacra en el estado de Sao Paulo.
OAS está implicada en el escándalo Petrobras.
Con su nombramiento, el expresidente obtiene ahora fueros privilegiados para sustraerse a la justicia ordinaria.
La crisis política
El escándalo de Petrobras estalló en plena cruzada electoral de Rousseff por la reelección en 2014.
Lo consiguió el 26 de octubre por un pequeño margen después de una agresiva campaña.
Pero poco después de asumir el segundo mandato perdió fuerza por las revelaciones del caso y la adopción de medidas de austeridad muy impopulares, que además contradecían sus promesas electorales.
La oposición solicitó un juicio político contra la mandataria, señalada de maquillar las cuentas públicas en 2014 para reducir el impacto de la desaceleración económica y asegurar un triunfo en la elección.
El partido de centro PMDB, un aliado clave para el PT, mostró señales de que podría romper la alianza, lo que dejaría a Rousseff en una posición muy frágil.
El ultraconservador Eduardo Cunha es uno de los principales defensores de esta tesis. Acusado en el caso Petrobras, el presidente de la cámara de Diputados fue quien autorizó el inicio del proceso de impeachment, que si acaba culminando en la destitución de Rousseff, daría el poder a Michel Temer, del PMDB, hasta las próximas elecciones de 2018.
Clima de malestar social
En junio de 2013, Brasil se vio sacudido por masivas protestas que terminaron muchas veces en enfrentamientos con la policía, en plena Copa Confederaciones.
Los manifestantes denunciaban la corrupción de la clase política y exigían mejores servicios públicos en educación y transporte, frente a las millonarias inversiones realizadas para el Mundial-2014.
Menos de dos años después, las protestas de opositores a Rousseff arrancaron con fuerza. El día de mayor concentración, en marzo de 2015, salieron a las calles 1,7 millones de personas pidiendo la salida de la presidenta.
Pero, justo un año más tarde, el pasado 13 de marzo, las manifestaciones alcanzaron una magnitud inédita al reunir a más de tres millones de brasileños en todos los estados del país.