La carrera por las armas nucleares de la que casi no se habla
El tiempo, atención mundial y esfuerzo dedicado al acuerdo entre Estados Unidos e Irán sobre las ambiciones nucleares de éste último, han dejado en las sombras un creciente peligro de proliferación de armas de igual o mayor potencial en otra parte del mundo.
La región del sureste asiático, caracterizada por la volatilidad política, ha sido testigo de una escalada armamentista signada por una clara rivalidad en potencial nuclear.
De acuerdo con analistas, esta región del mundo se está convirtiendo en escenario de una carrera por la supremacía nuclear entre tres potencias: India, Pakistán y China (aunque técnicamente no clasifique como parte del sureste asiático, esta nación comparte una larga frontera con las otras dos).
La rivalidad entre estos tres países es de por sí suficientemente peligrosa, sin contar con las históricas enemistades que han atormentado el pasado que tienen en común.
"Controlar y disuadir"
Primero está el caso de Pakistán. El país está marcado por una inestabilidad económica y política, y al mismo tiempo está enfrascado en un duelo de fanfarronadas militares con India.
Se cree que tiene uno de los arsenales nucleares de más rápido crecimiento en el mundo. Un reporte reciente advierte que triplicó el número de cabezas nucleares que tenía hace una década.
Para la clase gobernante de Pakistán, exhibir su fortaleza nuclear es parte de su estrategia militar y política para "abofetear" a India.
Pakistán tiene una doctrina extraoficial en materia nuclear, pero formalmente habla de "controlar" y "disuadir".
El gobierno paquistaní aprobó hace poco la compra de ocho submarinos chinos. No está claro si los mismos tienen capacidad de ser equipados con misiles nucleares.
La compra representó una transacción de miles de millones, una de las operaciones armamentistas más grandes de China.
Esta negociación amenaza con intensificar la creciente batalla por la supremacía militar en el Océano Índico, una parte del mar que desde hace mucho tiempo ha sido fuente de tensiones en la región.
De igual forma, la operación arroja luz sobre otra área de conflicto: China ha sido uno de los principales proveedores de armas a Pakistán, y de acuerdo con el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, la mitad del armamento paquistaní importado es de procedencia china.
Historia turbulenta
China y Pakistán han estado cerca durante décadas, una relación fundamentada en la mutua sospecha sobre India.
Los paquistaníes han probado misiles que aparentemente pueden portar ojivas nucleares. Poseen el misil de rango medio Shaheen-III, el cual puede atacar objetivos a una distancia de 2.700 kilómetros aproximadamente, dejando a India dentro de su rango de fuego.
Por otra parte, un artículo de The New York Times señaló hace poco que Pakistán estaba desarrollando armas nucleares de acciones tácticas de corto alcance, las cuales también dejan a India dentro del rango de fuego.
Al respecto, vale la pena decir que nadie debería subestimar la enemistad entre estos dos países, teniendo en cuenta el pasado turbulento que han compartido, en el cual se registran guerras abiertamente declaradas en 1947, 1965 y 1971.
En cuanto a India, analistas estiman que tiene unas 110 ojivas y continúa expandiendo su programa nuclear, aunque a un ritmo más lento.
El país tiene una estrategia mixta, combinando misiles de corto y largo alcance, submarinos nucleares y cruceros misilísticos. Su primer artefacto nuclear fue probado en 1974.
Una pieza fundamental en esta estrategia es que India, tal como confirmara su primer ministro, Narendra Modi, tiene una doctrina de No Accionar Primero (una política universal en la que una potencia nuclear se compromete a no utilizar armas nucleares como medio de guerra, a menos que primero sea atacado por un adversario utilizando armas nucleares).
El poderío nuclear de China es un asunto que preocupa a India, por cuanto posee armas estratégicas más avanzadas y su ejército es más numeroso. Y por supuesto, también les inquieta la cercanía entre China y Pakistán, su enemigo más antiguo.
Las estimaciones indican que en la actualidad China cuenta con 250 cabezas nucleares, distribuidas en misiles de corto, mediano y largo alcance. Su sistema combina plataformas de lanzamiento en tierra, aire y mar.
El programa nuclear chino comenzó en la década de 1950, en el despertar de la guerra de Corea. Se cree que su primera prueba nuclear tuvo lugar en 1964. Hay consenso en la comunidad internacional sobre la tendencia creciente del poderío nuclear de China en los próximos años.
Como doctrina sobre el uso de su armamento nuclear el gobierno chino siempre ha sostenido que su política de No Accionar Primero tiene un carácter defensivo. Además, este país suscribió el Tratado de No Proliferación Nuclear, el cual desde 1968 restringe la posesión de armamento de este tipo, y debe firmar el acuerdo internacional para prohibir la realización de pruebas nucleares.
¿Un coctel letal?
La feroz competencia nuclear en el sureste asiático es vista por muchos como una receta para generar inestabilidad en la región, la cual ya está cargada con suficientes problemas.
El elemento nuclear es un componente potencialmente letal que se suma a un coctel que ya es explosivo por las disputas territoriales y las organizaciones terroristas que se mueven a lo largo de la frontera común.
La capacidad de las potencias mundiales para influir en esta situación se ve empañada por la ausencia de India y Pakistán entre los firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear.
La inestabilidad política y económica de Pakistán también arroja grandes y serias interrogantes. El país se encuentra permanentemente presionado por grupos activistas radicales que generan temor ante la posibilidad de que lleguen a poseer material nuclear, a pesar de que el gobierno paquistaní ha sido enfático en garantizar la seguridad de sus instalaciones nucleares.
En el plano general, Estados Unidos y Rusia aún conservan el predominio de las armas nucleares (más del 90% del arsenal mundial), sin embargo, en el sureste asiático estas tres potencias siguen siendo una preocupación creciente, de la cual quizás tengamos que estar más atentos en los próximos meses.