AFP
"¡Qué sea ley!", como un grito de guerra centenares de mujeres siguieron repitiendo la consigna esperanzada, cuando entrada la madrugada del jueves el Senado argentino sentenció el fin del proyecto de legalización del aborto.
Tras más de 17 horas siguiendo el debate en la calle, muchas resistían en los alrededores del Congreso. Decenas de miles de manifestantes se habían ido empujadas por el frío y una lluvia por momentos torrencial y la cada vez mayor certeza de que el resultado sería adverso.
Cerca de las 3 de la madrugada, cuando se hizo realidad el rechazo al proyecto, estalló la bronca del lado verde, el que identifica la lucha por la legalización del aborto.
Del otro lado de la plaza del Congreso, separados por varias filas de vallas y policías, los celestes 'Pro-vida', como se autodenominan los que rechazan la legalización, festejaban con algarabía y fuegos artificiales.
"Esto recién empieza, no podrán detener la marea feminista que vino a cambiar Argentina. Más temprano que tarde será ley", escribió en la red social Twitter apenas terminada la sesión en el Senado, la diputada Victoria Donda, una de las impulsoras del proyecto en el Parlamento.
A 700 metros del recinto, una pantalla gigante transmitía el debate en directo. "Fuera macho, fuera macho", gritaban cuando hablaba un senador contrario a la legalización del aborto.
La calle ganada
"Vamos a seguir peleándola, vamos a tener que seguir poniendo el lomo, como hacemos hace un montón de años", dijo Sofía Spinelli, de 26 años, que marchaba junto a su agrupación política Marabunta.
Para Spinelli, "se vivieron jornadas históricas porque antes éramos muchas pero nunca tantas. En la calle ganamos pero la representación política no es fiel a lo que pasa en la calle", se lamentó.
Para las más jóvenes fue su primera lucha pero también su primera derrota. Muchas lloran. Indignación y bronca, dicen.
"Hay un retroceso más legal que social. Las pibas (chicas) hicimos todas un avance. En la calle el aborto ya es legal, en los barrios el aborto es legal, los que no se dieron cuenta son los que están en el Senado", se lamentó Mailén, de 24 años, de la agrupación Miguelito Pepe que trabaja con jóvenes en barrios carenciados.
Con los ojos enrojecidos por el llanto, la joven admite: "Tenerlo tan cerca y que se nos escape de las manos da mucha bronca e indignación".
Las más veteranas recomendaban alejarse de la zona para evitar violencia y no caer en provocaciones. Momentos más tarde, cerca del Congreso, hubo disturbios entre algunos rezagados. Ocho fueron detenidos.
"Nosotras ganamos un millón y medio de jóvenes y si los senadores votan en contra de la ley, seremos nosotras las que pasaremos a la historia. Si no es ley mañana (por este jueves) será el año próximo", había dicho temprano la abogada Nelly Minyersky, de 89 años, una de las líderes históricas de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Vigilia verde
Desde muy temprano los alrededores del Congreso se habían ido llenando de mujeres con sus pañuelos verdes, sus rostros pintados, pelucas, bolso y vestimentas. Todo era verde.
"Aborto legal, en el hospital", entonaron una y otra vez a lo largo de la jornada en una masiva vigilia, cuando aún tenían esperanzas de conseguir la ansiada ley.
No hubo respiro. Las más jóvenes le pusieron pasión a la manifestación. "Abajo el patriarcado, se va a caer. Arriba el feminismo que va a vencer", cantaron una y otra vez.
"Esto no es aborto sí o aborto no. Es aborto legal o aborto clandestino", afirmó Adriana Saucedo, de 57 años, citando uno de los lemas de la Campaña.
Según datos de ONG, unos 500.000 abortos clandestinos se realizan al año en Argentina, y por esa causa mueren un centenar de mujeres, la cuarta parte de ellas menores de 25 años.
El lado celeste de la vida
"Ha quedado comprobado que Argentina es, fue y será pro-vida por siempre, estamos aquí para defender la vida, para defender al niño", se entusiasmó Mariana Rodríguez Varela, tras la votación.
Era una de las miles que esperaron del lado celeste, defensor de "las dos vidas" -por madre e hijo-, con la tranquilidad que da sentirse ganadores de la jornada.
Los pañuelos celestes se mezclaban con banderas argentinas. Con muchos más varones entre los manifestantes, donde se vieron cruces y rosarios y hubo rezos.
"Estamos felices porque es una fiesta de la democracia, del federalismo, del triunfo de las dos vidas", concluyó Ayelén Caffarena.