Durante un viaje por Australia en 2020, Laura Hawkins despertó un día sin poder abrir su ojo derecho debido a un “insoportable dolor”. Tras dos años de ese hecho, la chica afirmó que quedó parcialmente ciega y necesita un trasplante de córnea.
Pero, ¿Qué pasó? Según detalló Laura a New York Post, por más de diez años utilizó lentes de contacto, sin tener mayores complicaciones, sin embargo, durante el viaje cometió el error de guardar sus lentes al interior de su estuche de maquillaje.
"Padecí literalmente el dolor más insoportable de mi vida... sabía que algo no estaba bien", contó Hawkins, quien reside en Bristol, en el suroeste del Reino Unido.
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Al despertar, la británica no podía abrir su ojo, incluso señaló que “una pequeña cantidad de luz entrando en mi ojo se sentía como un dolor ardiente y punzante”.
Estuvo con este dolor varios días, sin embargo, se preocupó cuando perdió la vista por completo. Fue en ese momento cuando un amigo la llevó a una sala de urgencias, en donde los doctores le informaron que una infección en sus lentes de contacto desechables le provocó una gran úlcera que crecía en su córnea.
Tras el diagnóstico, los médicos debieron internarla para detener la infección y lograr salvar el ojo izquierdo. Tras exámenes, le comentaron que lo más probable es que los lentes de contacto se contaminaron en su cosmetiquero. "Lo que los médicos creen que sucedió es que me rasqué el ojo al quitarme los lentes o que el lente de contacto estaba contaminado", explicó la Laura.
Actualmente Laura quedó con cicatrices en su ojo y está a la espera de un trasplante de córnea. "Mi visión no ha vuelto... Realmente no puedo ver bien de ese ojo, especialmente cuando es de noche y hay luces brillantes. Simplemente no puedo ver", comentó la joven.