El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su par ruso, Vladimir Putin, celebrarán su primera cumbre el próximo mes en Ginebra, dijeron ambas partes el martes, preparando el escenario para un nuevo capítulo en su tensa relación.
La reunión en la ciudad suiza -sede de muchas agencias de la ONU y escenario de una histórica cumbre en 1985 entre el entonces líder soviético Mikhail Gorbachev y el presidente estadounidense Ronald Reagan- será el 16 de junio, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki.
"Los líderes discutirán toda la gama de asuntos urgentes, en tanto buscamos restaurar la previsibilidad y la estabilidad de la relación entre Estados Unidos y Rusia", indicó.
El Kremlin confirmó la cita y dijo en un comunicado que Putin y Biden discutirían "cuestiones de estabilidad estratégica", así como "la resolución de conflictos regionales" y la pandemia de COVID-19.
Biden, que realiza su primer viaje internacional como presidente, irá a Ginebra inmediatamente después de cumbres con sus aliados occidentales clave en el G7, la OTAN y la Unión Europea.
La reunión cara a cara con el líder del Kremlin se produce en medio de niveles de tensión no vistos en años, y cuando Washington ha reducido sus ambiciones a poco más que establecer una relación en la que ambas partes se entiendan y puedan trabajar juntas en áreas específicas.
El encuentro de alto perfil se produce en momentos en que Putin enfrenta a un Occidente en gran medida hostil, pero la decisión de Biden de reunirse no debe tomarse como una señal de aprobación, dicen los funcionarios de la Casa Blanca.
"No consideramos la reunión con el presidente ruso como una recompensa", dijo Psaki.
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Desde que asumió el cargo en enero, Biden impuso nuevas sanciones contra Moscú en respuesta a lo que las autoridades estadounidenses consideran que fue el papel de Rusia en el ciberataque masivo de SolarWinds y la repetida intromisión en las elecciones presidenciales de 2020.
Washington también ha criticado duramente a Moscú por el envenenamiento cercano a la muerte y el posterior encarcelamiento de uno de los últimos opositores abiertos a Putin, Alexéi Navalni.
El anuncio de la cumbre se produce el mismo día en que Navalni afirmó que es objeto de tres nuevas causas penales, en momentos en que aumenta la presión contra su movimiento y sus seguidores.
Las tensiones también son altas sobre Ucrania, donde Rusia ya controla franjas de territorio y tropas recientemente concentradas en la frontera en una nueva demostración de fuerza.
Y se acaba de abrir un nuevo foco de fricción tras el desvío de un avión comercial por parte de Bielorrusia para arrestar a un periodista disidente que figuraba entre los pasajeros. Si Washington y las capitales europeas lo condenaron, Moscú renovó su apoyo a Minsk.
Tampoco hay que olvidar que Biden dijo a un entrevistador que estaba de acuerdo con la descripción de Putin como un "asesino", mientras que el gobierno ruso declaró formalmente a Estados Unidos como un país "hostil".
Calmar las aguas
Las abiertas recriminaciones están muy lejos de la relación a menudo desconcertante entre Putin y el predecesor de Biden, Donald Trump.
La cumbre de Ginebra se producirá casi tres años después de que Trump se puso del lado del líder del Kremlin, y no del de las agencias de inteligencia estadounidenses, sobre la cuestión de si Moscú interfirió en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016.
Sin embargo, ambas partes están trabajando para calmar las aguas antes de la cita en la ciudad suiza, y la Casa Blanca enfatiza las esperanzas de trabajar junto a Rusia en temas estratégicos bien definidos como el control de armas nucleares y las negociaciones nucleares de Irán.
Para preparar el terreno, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, y el veterano ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergéi Lavrov, se reunieron la semana pasada en la capital de Islandia, Reikiavik.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo después de la reunión Blinken-Lavrov que reparar los lazos "no será fácil", pero vio "una señal positiva".
Y Moscú acogió con satisfacción la decisión de Estados Unidos de renunciar a las sanciones que habían retrasado la finalización del gasoducto Nord Stream 2, una importante ruta de suministro de energía desde Rusia a Europa que a los funcionarios estadounidenses les preocupa que haga que la Unión Europea sea demasiado dependiente de los rusos.