Isabel II confiesa en su mensaje de Navidad que "echa de menos" al fallecido Felipe de Edimburgo
Su mirada "traviesa", su "sonrisa familiar", su compromiso "pionero" con el medioambiente... En su tradicional mensaje de Navidad este sábado, la reina Isabel II confesó que "echaba de menos" a su difunto esposo Felipe.
"Aunque para muchos es un momento de mucha felicidad y alegría, Navidad puede ser difícil para aquellos que han perdido a sus seres queridos. Este año entiendo particularmente el por qué", declaró la soberana en un mensaje grabado en el castillo de Windsor.
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Isabel II apareció con un vestido rojo, sentada junto a una fotografía de 2007 en la que ella y su marido se miran y se sonríen, tomada durante sus bodas de diamante (60 años de matrimonio). También llevaba el broche de zafiro con forma de crisantemo como el día de su boda de miel, en 1947.
La reina, de 95 años, afirmó haber "vivido mucho consuelo" con los numerosos homenajes que recibió tras la muerte del duque de Edimburgo, en abril, a los 99 años.
La reina de Inglaterra, que habló con ternura del hombre con el que estuvo casada 73 años, se detuvo en "su sentido del deber, su curiosidad intelectual y su capacidad para divertirse en cualquier situación".
"El brillo travieso e inquisitivo (de sus ojos) era tan brillante al final como cuando le vi por primera vez", añadió.
"Aunque le eche de menos y su familia le eche de menos, sé que querría que disfrutáramos de la Navidad", añadió la reina delante de un iluminado árbol de Navidad, mientras insistió en la "felicidad" de esta fiesta "a pesar de que nos falte la risa familiar".
2021 fue un año difícil para la longeva soberana, que perdió a su marido y tuvo que renunciar a muchos de sus compromisos por la baja forzada que le obligaron a tomar sus médicos, después de haber pasado una noche en el hospital en octubre, por motivos nunca explicados.
Las primeras fiestas sin su marido, al que ella calificó de "roca", son aún más tristes por el rápido aumento de casos de COVID-19 en el Reino Unido.
Tras haber anulado su tradicional almuerzo previo a las fiestas de Navidad, Isabel II tuvo que renunciar también a celebrar estas fiestas en Sandringham, en el este de Inglaterra, y se quedó en el castillo de Windsor, cerca de Londres.