AFP
Iñaki Urdangarin, un deportista olímpico apuesto y casado con la hija menor del rey de España, pasó de ser el yerno ideal a la "oveja negra" de la familia real y su presencia vetada en cualquier acto público.
En las fotografía publicadas por la prensa del corazón se le puede ver ahora, con una bolsa de supermercado bajo el brazo, paseando a su perro y su aburrimiento de "desempleado de lujo" en Ginebra, donde vive desde 2013 con su esposa y sus cuatro hijos, de 10 a 16 años.
Durante 14 años fue miembro de pleno derecho de la familia real: desde el 4 de octubre de 1997 -fecha de su boda con la infanta- hasta el 12 de diciembre de 2011, día en que fue declarado persona non grata por el palacio y apartado de cualquier acto oficial.
Incluso en el museo de cera de Madrid, su estatua fue alejada de la del entonces rey Juan Carlos I, determinado, aunque demasiado tarde para algunos, a imponer cortafuegos a la influencia tóxica de su yerno.
Nacido el 15 de enero de 1968 en la pequeña localidad vasca de Zumarraga, en el norte del país, Iñaki es el penúltimo de siete hermanos y hermanas de una familia discreta y apreciada.
Su madre es una elegante aristócrata belga. Su padre, un ingeniero de la industria química, miembro del Partido Nacionalista Vasco.
Pero Iñaki pasó su infancia en Barcelona, donde se convirtió en deportista de alto nivel.
"Me llamo Iñaki Urdangarin, tengo 19 años, juego en el FC Barcelona y hace 12 años que me dedico al balonmano", decía con timidez en un video de 1986, jugando a las cartas con sus amigos.
Con sus 1,98 metros de estatura, se convirtió en capitán del FC Barcelona de balonmano y de la selección española con la que conquistó dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta y de Sídney.
"El chico perfecto", titulaba el diario de centro-izquierda El País en 1997, poco antes de su boda con la infanta Cristina.
"Ganar mucho dinero"
"Iñaki es bueno, bueno, bueno, buenísimo; un hombre atento, cortés, bien educado, y por otra parte muy animado, muy alegre, dinámico", le confió la reina Sofía en 2008 a Pilar Urbano, periodista especialista en la familia real. Y el rey lo convirtió en "su golden boy", agrega Ana Romero, excorresponsal en la Casa Real.
Tras los juegos de Atlanta, colgó los hábitos de deportista en 2000.
Sin embargo, su destino pareció torcerse al entrar en la reputada escuela de administración de empresa barcelona ESADE, para cursar un máster. Allí conoció a Diego Torres, que se convirtió en su socio y después en su peor enemigo judicial.
El año 2004 marcó un giro fatal: la pareja compró una lujosísima mansión de más de 6 millones de euros en Barcelona que no parecía tener suficientes ingresos para financiar e Iñaki entró a presidir una entidad sin ánimo de lucro, el Instituto Nóos, fundada unos años antes por Torres.
Valiéndose de su prestigioso pasado deportivo, empezó a organizar congresos sobre deporte y turismo en las regiones de Baleares y Valencia, en el este del país. El coste de algunos de esos congresos fue denunciado por la oposición socialista balear y los diarios empezaron a investigar.
Alertada, la Casa del Rey se inquietó y el monarca ordenó a su yerno abandonar la presidencia de Nóos en 2006.
Algún tiempo después, Telefónica lo contrató como consejero y toda la familia se trasladó a Washington en 2009.
Pero ¿por qué se metió Urdangarin en negocios presuntamente fraudulentos que parecían innecesarios a su estatus?
"Algunos dicen que él no quería ser como Jaime de Marichalar, el marido de la infanta Elena, un hombre perfectamente noble, que empezaron a poner en consejos de administración de empresas, un muñeco", dice Romero. "Urdangarin quiso ser una persona por sí mismo, y ganar mucho dinero, tener mucho éxito, demostrar a la familia real que era un tipo" bien, agrega.
Pero cita también otras teorías: "un tipo muy inocente, ligero, con una inteligencia limitada que cayó en manos de un tipo sin escrúpulos" o simplemente un "codicioso, un avaricioso". "¿Cuál es la realidad? yo no lo sé".