Imre Kertész tenía 14 años cuando los nazis lo deportaron de Hungría al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. A los 15, fue liberado de Buchenwald por los aliados. Procedente de una familia judía pequeñoburguesa, regresó luego a Hungría y abordó el trauma de su vida en su literatura. Durante 13 años trabajó en su libro más famoso, “Sin destino”, considerado uno de los textos más impactantes y dolorosos sobre el Holocausto.
La crudeza de la inocencia
La intensidad de esta obra radica en su inocencia: un joven de 14 años describe su deportación a Auschwitz y Buchenwald con un lenguaje llano y sin adornos. El narrador quiere hacerlo todo “bien”, sin entender a todas luces la mortífera realidad de la selección y las cámaras de gas. Justamente por eso se despliega ante el lector todo el horror de los campos de la muerte. “Escribí esta novela como quien busca a tientas la salida de un subterráneo en completa oscuridad”, dijo una vez el autor. Pero no quería que su obra se entendiera como autobiográfica. “Lo que escribo no es lo que soy. Es solo un posible yo”.
No solo la dictadura nazi marcó a Kertész. Tras la II Guerra mundial vivió la dictadura estalinista en Hungría y, después del levantamiento de 1956, el régimen comunista de Janos Kadar. En uno de sus libros describe un nuevo tipo de persona surgido en los sistemas totalitarios: “una persona que olvidaba su biografía o al menos la falseaba sin notarlo. En esas dictaduras uno caía en situaciones tan inverosímiles que no se podían captar de inmediato; por eso uno se adaptaba para sobrevivir”.
Premio Nobel
En Hungría sus propias libertades sufrieron fuertes restricciones, en lo personal y en lo literario. Kertész contaba que durante la época del socialismo “pensaba cada día en el suicidio”. Tras haber sido rechazada inicialmente, su novela “Sin destino” fue publicada en 1975 por una editorial estatal húngara. Pero por lo pronto se silenció este impresionante testimonio de un sobreviviente. Nadie quería recordar el pasado fascista de Hungría.
Kertész alcanzó fama mundial en la década del 90, cuando sus libros fueron publicados en alemán. El año 2000 llegó a la cúspide de su carrera literaria: fue galardonado con el Premio Nobel. Justamente su éxito en Alemania le reportó a este sobreviviente del Holocausto el ansiado reconocimiento. Para Kertesz eso no era un contrasentido.
La “industria del Holocausto”
Alemania era para Kertesz el país de la cultura. De joven devoró libros de Kant, Nietzsche y Thomas Mann. En la década de los 90 se trasladó a Berlín, donde vivió durante 12 años. En 2012 legó su archivo a la Academia Berlinesa de las Artes. Explicó este generoso gesto indicando que se sentía mejor comprendido en Alemania que en Hungría.
Sin embargo, en 2012 regresó a Hungría, forzado por sus problemas de salud. Kertesz vivió sus últimos años en Budapest, retirado de las actividades públicas. No obstante, en entrevistas previno continuamente de lo que llamaba “la industria del Holocausto”: “Siempre me he distanciado de todo aquello que pretenda manipular a las masas”, señaló una vez al periódico dominical Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung.
El Holocausto fue el tema de la vida de Imre Kertesz. Y su obra contribuye a evitar el olvido que vaticina en “Sin destino.