Hamás declaró el lunes que seguía adelante con las conversaciones para garantizar un alto el fuego en Gaza a pesar de la decisión de Israel de no asistir, mientras que Washington parecía adoptar una postura más dura al exigir a su aliado Israel que alivie la difícil situación de los civiles.
Las conversaciones sobre la tregua, que comenzaron el domingo en El Cairo, se han presentado como el último obstáculo para establecer el primer alto el fuego prolongado durante los cinco meses de guerra, a tiempo para el mes de ayuno musulmán del Ramadán, que comienza el domingo.
Israel ha declinado hacer comentarios públicos sobre las conversaciones de El Cairo o sobre su decisión de no asistir. Una fuente había dicho anteriormente a Reuters que Israel se mantendría al margen porque Hamás había rechazado su petición de una lista con los nombres de todos los rehenes que mantiene aún con vida, información que los milicianos dicen que solo proporcionarán una vez que se acuerden los términos.
"Las conversaciones en El Cairo continúan por segundo día independientemente de si la delegación de la ocupación está presente en Egipto", dijo un representante de Hamás a Reuters el lunes.
Washington, que es a la vez el aliado más cercano de Israel y uno de los patrocinadores de las conversaciones, dice que el pacto sigue estando cerca, ya que hay un acuerdo validado por Israel que solo necesita la aprobación de Hamás.
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"Hamás afirma que quiere un alto el fuego. Pues bien, hay un acuerdo sobre la mesa. Y como hemos dicho, Hamás tiene que aceptar ese acuerdo", dijo el domingo la vicepresidenta Kamala Harris. "Consigamos un alto el fuego. Reunamos a los rehenes con sus familias. Y proporcionemos ayuda inmediata a la población de Gaza".
En un discurso que supone un aparente cambio de tono de la Administración del presidente Joe Biden hacia su aliado, Harris también utilizó un lenguaje inusualmente enérgico para pedir a Israel que haga más para aliviar la difícil situación humanitaria de la Franja de Gaza.
"La gente en Gaza se muere de hambre. Las condiciones son inhumanas y nuestra humanidad común nos obliga a actuar", afirmó. "El Gobierno israelí debe hacer más para aumentar significativamente el flujo de ayuda. No hay excusas".
Una fuente palestina cercana a las conversaciones rebatió la afirmación estadounidense de que Israel había aceptado el acuerdo de alto el fuego y Hamás lo estaba obstaculizando, afirmando que la postura parecía dirigida a desviar la culpa de Israel en caso de que las conversaciones fracasaran.
"La resistencia palestina, liderada por Hamás, ha mostrado la flexibilidad necesaria, pero al mismo tiempo está decidida a defender a su pueblo y lograr un acuerdo que sea aceptable para el pueblo palestino", declaró esta fuente.
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La propuesta que se está debatiendo consiste en un alto el fuego de unos 40 días, durante los cuales los milicianos liberarían a unos 40 de los más de 100 rehenes que siguen reteniendo a cambio de unos 400 detenidos en cárceles israelíes.
Las tropas israelíes se retirarían de algunas zonas, se permitiría la entrada de más ayuda humanitaria en Gaza y los residentes podrían regresar a sus hogares abandonados.
No obstante, el acuerdo no parece abordar directamente la exigencia de Hamás de una vía clara para poner fin definitivamente a la guerra. Tampoco resuelve el destino de más de la mitad de los rehenes restantes: hombres israelíes excluidos tanto de este acuerdo como de acuerdos anteriores que cubrían a mujeres, niños, ancianos y heridos.
Israel afirma que no pondrá fin a la guerra hasta que Hamás sea erradicada. Hamás dice que no liberará a todos sus rehenes sin un acuerdo que ponga fin a la guerra. Los mediadores han indicado que esperan superar el punto muerto con promesas de resolver otros asuntos en fases posteriores.