El ministro de Orden Público griego, Nikos Toskas, aseguró este jueves que se han encontrado "indicios de actos criminales" en dos de los graves incendios que asolaron desde el lunes la región ateniense del Ática y causaron 83 muertos, según datos oficiales.
"Hay serios indicios de una mano criminal, pero las investigaciones están en curso", explicó este mismo jueves Toskas, que también añadió que se ha producido un "hallazgo sospechoso" en Mati, el lugar donde se registró la totalidad de fallecimientos.
Allí los fuertes vientos provocaron una "situación extraordinaria" pues dos focos arrasaron la población en tan solo hora y media, según han señalado hoy en rueda de prensa Toskas, el portavoz del gobierno Dimitris Tzanakopulos, el jefe de la policía griega, Konstantinos Tsuvalas, y el jefe del servicio de Bomberos, Sotirios Terzudis.
Tzanakopulos resaltó que la investigación se ha realizado con la ayuda de imágenes vía satélite, solicitadas a la NASA, el Programa de Observación Espacial de la Unión Europea y otras entidades internacionales a petición del primer ministro griego, Alexis Tsipras.
Estas imágenes mostraron cómo no solo el incendio de Mati, sino también el de Kineta, en una zona forestal al oeste de Atenas, fueron muy probablemente provocados.
Allí se registraron en menos de media hora trece focos distintos, todos alineados en paralelo a la carretera, según demuestran las fotos y vídeos de los satélites.
"Ya llegará el momento en que hablaremos de los errores"
El ministro de Orden Público explicó, al ser preguntado sobre si esta crisis podría haberse gestionado de otra forma, que ofreció su dimisión "por conciencia" y que el primer ministro la rechazó.
"No hay acciones sin errores. Ya llegará el momento en que hablaremos de los errores, pero también debemos tener en cuenta las condiciones meteorológicas extremas", subrayó
Ante las críticas por no haber evacuado la población de Mati, el portavoz del Gobierno resaltó la imposibilidad de emprender semejante acción en tan poco tiempo, ya que los incendios se propagaron con suma velocidad, empujados por vientos que superaron los 100 kilómetros por hora.