Un año después de los atentados de Charlie Hebdo, continúa la tensión sobre la seguridad en Francia. Hacia mediodía se conoció que la policía había disparado a un hombre que intentó entrar en una comisaria con un cuchillo. Pero, desde el año pasado, la policía está alerta para actuar con rapidez en estos casos y proteger edificios públicos. Según las autoridades, la ciudad continúa en alerta.
En la plaza de la República, los peatones se toman un minuto para recordar los atentados de hace un año. “No deberíamos olvidar”, dice una joven que recuerda a las víctimas. “No tengo miedo, pero sí rabia contra los autores”, dice otro joven.
Ante la antigua redacción de Charlie Hebdo, ya nada recuerda a los atentados. Solo un panel con los nombres de las víctimas y dos coronas ante la puerta, una de ellas del presidente Hollande. Ni en el edificio ni en las salas de la redacción hay signos de los ataques. La revista cambió de oficina al sur de París y ahora tiene puertas de blindadas, como si fuese un búnker. La dirección es secreta por cuestiones de seguridad, ya que todos los trabajadores están bajo protección policial.
Legislación más dura
Al mismo tiempo, el presidente Francois Hollande habló ante policías y fuerzas antiterroristas con ocasión del aniversario, a la vez que anunciaba su intención de endurecer las leyes. Quiere definir el estado de excepción e incluirlo en la Constitución, además de ampliar el uso de armas y los derechos de la policía para intervenir. En el futuro podrán controlar personas, vehículos y casas sin necesidad de orden judicial.
También pretende fomentar la vigilancia electrónica y vigilar a los que vuelven de Siria, una medida que otorgaría más derechos a las fuerzas de seguridad y limitaría al mismo tiempo los controles judiciales. “Todavía no hemos llegado, pero nos dirigimos a un estado policial”, cree Julien Dray, del ala socialista de izquierda. Sobre todo controvertida es la medida de retirar el pasaporte a los que vuelven del Estado Islámico en Siria. Desde las filas socialistas, se apunta que es ilícito discriminar así a los inmigrantes. Y el premier Manuel Valls declaró que no sería posible porque crearían “personas sin estado”. Pero Hollande prometió actuar con dureza contra los que vuelven de Siria y unos 200 ya están siendo sometidos a vigilancia policial.
Más agentes, más dinero, más armas
Para conseguirlo, el Presidente destinará más dinero, mejores armas y otros 5.000 agentes. Según las encuestas, la seguridad interior es la primera prioridad y el 53 por ciento de los franceses apoya estas medidas antiterroristas. “Tras los atentados del año pasado, cada vez hay más apoyo a políticas de mano dura”, dice Bruno Cautrés, politólogo del Instituto de Investigación Cevipof en París. Parece cómo si los franceses hubiesen vivido despreocupados durante mucho tiempo y de repente se enteraran del peligro.
Aún así, el politólogo señala diferencias entre los distintos partidos. Los conservadores republicanos intentan adelantar por la derecha al Frente Nacional. Por el otro lado, los socialistas se enfrentan a un duro debate para legitimar los nuevos cambios legales. Muchos electores siguen apoyando a Hollande porque es presidente, pero no por estar de acuerdo con su política. Mientras, otros muchos creen que el estado policial es un peligro y lo rechazan activamente.