La ciudad neozelandesa de Hamilton derribó este viernes una estatua del comandante militar colonial de quien recibió su nombre, uniéndose así a una creciente lista de lugares en todo el mundo que se enfrentan a su pasado.
Una grúa levantó la escultura de bronce del capitán John Fane Charles Hamilton desde la Plaza Cívica el viernes por la mañana, después de solicitudes de los maoríes locales y amenazas de los manifestantes antirracistas para derribarla. Un pequeño grupo de espectadores vitoreaba durante la operación.
El Ayuntamiento de Hamilton reconoció que la extracción de la estatua fue parte de un esfuerzo por eliminar los monumentos "que se consideran representativos de desarmonía y opresión cultural", en un contexto de protestas antirracistas en diversos países del mundo.
"Conozco a muchas personas -de hecho, un número creciente de personas- que consideran la estatua personal y culturalmente ofensiva", dijo la alcaldesa, Paula Southgate.
Los manifestantes contra el racismo habían prometido derribar la estatua en una manifestación este fin de semana, y el activista Taitimu Maipi calificó a Hamilton como un "asesino".
Contra "conquistadores" e "imperialistas"
El movimiento para retirar monumentos confederados en diversas partes de Estados Unidos luego de la muerte de George Floyd se ha extendido a estatuas de comerciantes de esclavos, imperialistas, conquistadores y exploradores en todo el mundo, incluidas las de Cristóbal Colón, Cecil Rhodes y el rey Leopoldo II de Bélgica.
En la Universidad de Oxford, los manifestantes han intensificado la presión para quitar una estatua de Rhodes, un imperialista que fungió como primer ministro de la Colonia del Cabo en el sur de África. Hizo una fortuna con oro y diamantes a expensas de los mineros que trabajaban en condiciones brutales.
Cerca de Santa Fe, en Nuevo México, los activistas pidieron que se retire una estatua de Don Juan de Oñate, un conquistador español del siglo XVI repudiado por su brutalidad contra los nativos norteamericanos, tras haber ordenado cortar los pies de una veintena de personas. En la década de 1990, vándalos cortaron el pie derecho de la estatua.
En Bristol, Inglaterra, los manifestantes derribaron el fin de semana una estatua del comerciante de esclavos del siglo XVII Edward Colston y la lanzaron al mar. Las autoridades de la ciudad dijeron que sería colocada en un museo.
Memorias de crueldad y genocidio
A lo largo y ancho de Bélgica, estatuas del rey Leopoldo II han sido pintarrajeadas en media docena de ciudades por el brutal gobierno que ejerció el rey en el Congo, donde hace más de un siglo obligó a multitudes a ser esclavos para extraer caucho, marfil y otros recursos para su propio beneficio. Los expertos dicen que dejó hasta 10 millones de muertos.
"Los alemanes no pensarían en erigir estatuas de Hitler y adorarlas”, dijo Mireille-Tsheusi Robert, activista del Congo que quiere que se retiren las estatuas de Leopoldo en las ciudades belgas.
En Estados Unidos, la muerte de Floyd ocurrida el 25 de mayo mientras estaba bajo custodia de la policía ha dado pie a una campaña para retirar los símbolos de la Confederación y la esclavitud.
El miércoles por la noche, unos manifestantes tiraron la estatua de un siglo de antigüedad del presidente confederado Jefferson Davis en Richmond, Virginia, la antigua capital de la Confederación.
El alcalde de Richmond, Levar Stoney, quien propuso desmantelar todas las estatuas confederadas de la ciudad, pidió a los manifestantes no tomar cartas en el asunto por su propia seguridad. Pero señaló que la estatua de Davis se ha ido para siempre. "Nunca mereció estar en ese pedestal”, dijo Stoney tras llamar a Davis "racista y traidor”.