AFP
Un año después de los atentados de Cataluña, que dejaron 16 muertos, Barcelona rinde homenaje este viernes a las víctimas con la presencia del rey Felipe VI cerca de las Ramblas, su emblemático paseo y escenario principal de la tragedia.
"No hemos renunciado a nuestros valores y convicciones, que un año después son más fuertes que nunca. Somos y seremos una ciudad de paz, una ciudad valiente que hace frente al terror con el amor", aseguró en la víspera la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con los ojos lagrimosos al enumerar a los fallecidos.
En la plaza de Cataluña, la ceremonia --en la que participarán familiares de víctimas, los reyes Felipe y Letizia y el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez-- será solemne y sin discursos.
Antes del acto, se realizará una ofrenda floral en el mosaico del artista catalán Joan Miró en el centro de la Rambla, donde terminó el mortífero recorrido de la furgoneta blanca conducida por Younes Abouyaaqoub.
El 17 de agosto de 2017, ese joven entró en la Rambla con su furgoneta y se abalanzó a gran velocidad contra la multitud, haciendo eses para atrapar al mayor número de personas posible.
Catorce personas murieron, entre ellas un australiano de 7 años y un español de 3, y más de cien resultaron heridas. Cuatro días más tarde sería abatido por la policía en una zona vinícola al sur de Barcelona.
En su huida mató a un joven para robarle el coche y, pocas horas después, cinco cómplices sumaban una víctima mortal en un atentado en la villa costera de Cambrils (120 km al suroeste), en el que atropellaron y acuchillaron a varios transeúntes.
"Pensaba que me moría"
"No recuerdo nada del agresor, solamente vi que me apuñaló. Me dejó el cuchillo atrapado en la cara, me entró 15 centímetros [...] Pensaba que me moría", rememora Rubén Guiñazu, un argentino de 55 años que veraneaba en Cambrils.
Los recuerdos florecen con el aniversario, así cómo los detalles de la investigación policial de este doble atentado reivindicado por la organización yihadista Estado Islámico (EI).
Hasta el momento, los investigadores no hallaron conexiones internacionales de esta célula nacida en Ripoll, un pueblo montañoso al norte de Barcelona, donde un imán sedujo a una decena de jóvenes de origen marroquí, aparentemente bien integrados, para unirse a la yihad.
En una casa abandonada a 200 km de la capital catalana prepararon explosivos de gran calibre con la basílica de la Sagrada Familia, el estadio del FC Barcelona o incluso la Torre Eiffel de París como posibles objetivos.
Pero la detonación accidental de los artefactos que preparaban, el 16 de agosto, los forzó a improvisar unos atropellos múltiples como los sufridos anteriormente por Niza (Francia), Londres o Berlín.
Rencillas políticas
Los ataques consternaron a la sociedad española pero pronto quedaron eclipsados por las tensiones políticas por el intento de secesión de la región de Cataluña en octubre.
Un año después, la tensión resurge por la presencia en los homenajes del rey Felipe VI, quien ya fue abucheado por los independentistas en la manifestación posterior a los atentados.
En esta ocasión, las asociaciones independentistas se abstuvieron de promover protestas contra el monarca pero organizaron homenajes paralelos para evitar coincidir con él.
Desde el entorno de las víctimas, se reclamó a las autoridades respetar el homenaje y dejar de lado el conflicto político.
"Pedimos a la clase política que hagan una tregua", dijo Robert Manrique, asesor de la organización de apoyo a las víctimas UAVAT.