José Adolfo Macías Villamar, alias "Fito", cabecilla de la banda de delincuencia organizada "Los Choneros", escapó de la cárcel de Guayaquil el pasado domingo, reconocieron autoridades policiales ecuatorianas. Ante este suceso, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, decretó este lunes el estado de excepción para todo el país, incluido el sistema penitenciario; una medida tomada ante la "grave conmoción interna" en la nación.
Mientras, el paradero de Macías sigue sin conocerse, pero su fuga ha dejado al descubierto el frágil sistema penitenciario en Ecuador, así como el poder y la legitimidad de que gozan las bandas criminales en estos y otros lugares, indican expertos consultados por DW.
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"El criminal más peligroso de Ecuador"
Macías, alias "Fito", es señalado como el fundador original de Los Choneros, una banda surgida en la década de 1990 en Chone, una ciudad de la provincia de Manabí, al oeste de Ecuador, y conocida por su control de las rutas para el tráfico de drogas con otras bandas delictivas, así como con conexiones con carteles de México y Colombia.
En 2011, Fito fue condenado a 34 años de prisión "por actividades ilícitas como robo, narcotráfico, delincuencia organizada, tenencia de armas y asesinato", explica a DW Guillaume Long, investigador principal del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), en Washington DC.
No obstante, es entre 2020 y 2023 cuando esta figura asume realmente el liderazgo completo de la organización, tras los asesinatos de otros cabecillas, como Jorge Luis Zambrano, alias "Rasquiña", y Junior Roldán, alias "JR". En agosto de 2023, fue trasladado a la prisión de máxima seguridad en Guayaquil. A su fuga de esta instalación el pasado domingo, le precede otra en febrero de 2013, de la cárcel de la Roca, tras la que él y otros fueron capturados en mayo de ese mismo año.
Según Long, Los Choneros podrían contar en este momento con hasta 12.000 integrantes, con presencia principalmente a lo largo de la costa ecuatoriana, en las provincias de Manabí, Guayas, Los Ríos, Esmeraldas, El Oro y Santa Elena.
Para Luis Córdova, coordinador del programa de Investigación, Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central del Ecuador, una de las razones por las que Fito adquiere tanta notoriedad es por ser "la figura mediático-criminal más importante en todo el Gobierno de Guillermo Lasso", entre 2021 y 2023, dando ruedas de prensa desde la cárcel o sacando el primer "narcocorrido", ilustra en entrevista con DW.
En opinión del criminólogo y consultor de seguridad Ricardo Sosa, experto en crimen organizado en la región, Fito se convierte en alguien mediático por "su estilo de dirección, fudamentado en el terror", dice a DW. "Es uno de los ideólogos de planificar y ordenar las mayores masacres en las prisiones del Ecuador, para establecer su posicionamiento en los centros penales", añade.
Pendiente de actualizar cifras, el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO), advierte que Ecuador podría haber cerrado el 2023 con más de 7.000 homicidios, posicionándose como uno de los tres países más violentos de América Latina, detrás de los registros de Venezuela y Honduras en 2022.
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Narcotráfico enquistado
El portal InsightCrime indica que, desde 2011, Los Choneros han evolucionado hasta convertirse "en una de las bandas carcelarias más violentas del país, con presencia permanente en penitenciarías en todo el territorio ecuatoriano.
Una presencia que se traduce en enfrentamientos con otras bandas cancelarias, como la de los Lobos, los Tiguerones, o los Chone Killers. Estas tres últimas se presentan unidas en lo que ha sido denominado como Nueva Generación, en referencia a su relación con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de México, paralela al conocido nexo de Los Choneros con el Cartel de Sinaloa (CS).
De hecho, investigaciones sitúan a Los Choneros como el brazo operativo del CS en Ecuador, detrás, por ejemplo, del asesinato del candidato a la presidencia de la república del país, Fernando Villavicencio. Tal vínculo ha permitido a Los Choneros extenderse y tomar el control de importantes rutas de tráfico de drogas, señalan a DW varios expertos.
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Por otro lado, el poder de estas bandas ha podido fraguarse gracias a la "economía ilícita" en las propias cárceles, que, "solo en la Regional de Guayaquil, maneja cerca de 700.000 dólares", precisa Córdova. Esto ha permitido capitalizar recursos para las organizaciones criminales, así como expandir su influencia en las calles. Esto, sumado a la falta de control en el manejo de activos y capitales, acaba convirtiéndo las cárceles en Ecuador en "un hub estratégico para la planificación y distribución de narcóticos", sostiene.
Con todo, se calcula que el patrimonio de Fito estaría alrededor de los 17 millones de dólares, resume Córdova, en base a un informe publicado por el medio ecuatoriano Primicias. Un "poderío económico" que le ha permitido "comprar voluntades de funcionarios y gozar de muchos beneficios y exclusividades en los penales", señala Sosa.
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Infiltración del crimen organizado
El caso de Fito es paradigmático, puesto que prueba la "infiltración que ha logrado el crimen organizado en general a nivel de la estructura policial y estatal", advierte Córdova. "No existe una depuración de esas instituciones, por lo que se sigue teniendo una deficiente capacidad estatal para imponer la ley dentro y fuera de las cárceles", añade.
"Es evidente que lo que se requiere son menos golpes mediáticos, menos anuncios demagógicos, y más políticas de Estado", sostiene, por su parte, Long, frente a los planes de seguridad del presidente Noboa, entre los que se incluirían construir cárceles de máxima seguridad y otras medidas para aislar a los presos más peligrosos.
"Lo más importante es fortalecer y depurar las instituciones a cargo de la seguridad, incluyendo la Policía y el SNAI -a cargo del sistema penitenciario-, plagadas por la corrupción y debilitadas por el abandono de las últimas administraciones", insiste.