Videos, que circulan sobre todo en Rusia, y diferentes reportes de equipos de investigación dan cuenta de la brutalidad a la que pueden llegar los métodos que emplean los mercenarios del Grupo Wagner, fundado por Yevgeny Prigozhin.
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Según se ve en una filmación casera, sus miembros pueden llegar a torturar durante horas y hasta decapitar a su víctima.
Los periodistas y analistas que le han seguido el rastro lo describen como una red de mercenarios alineados con los intereses del gobierno de Vladimir Putin a la que llegan a describir como una especie de fuerza militar "no oficial" a favor de Rusia.
Estos expertos ubican operativos del Grupo Wagner en Siria y Libia, así como Sudán y la República Centroafricana.
Todas estas apariciones tienen un elemento común, son lugares donde Moscú tiene intereses.
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De acuerdo al servicio ruso de la BBC, el Kremlin rechaza la existencia de esta organización y niega que el gobierno de Putin pueda tener cualquier vinculación con Wagner.
Los mercenarios
El Grupo Wagner ganó notoriedad al apoyar a los rebeldes prorrusos en el conflicto armado de Ucrania que provocó la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y desde que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, estos mercenarios han adoptado un papel cada vez más central en la guerra.
Desde entonces, quienes lo han estudiado, lo describen como un ejército privado que puede contratar mercenarios para despliegues en zonas de guerra o realizar acciones más específicas como brindar seguridad o realizar ataques selectivos.
Se reportó que el Grupo Wagner tuvo participación en el conflicto armado de Libia.
Para Amy Mackinnon, investigadora del portal de análisis Foreign Policy con sede en Washington, el Grupo Wagner es difícil de definir y de anticipar las operaciones del grupo precisamente por esas características.
"Podemos calificarlos también como una sombría red de operadores. Ellos pueden contratar diferentes mercenarios y reclutar combatientes", señala la experta a BBC Mundo.
La analista pone el ejemplo del caso de la persona torturada y decapitada en el que la prensa rusa llegó a identificar a los perpetradores como contratistas privados de seguridad militar utilizados por el Grupo Wagner.
Métodos brutales
Mackinnon explica que este "modelo híbrido" y con "métodos brutales", además, dificulta a los gobiernos de occidente a realizar acciones contra ellos.
Medios rusos e investigaciones de analistas han descrito a los participantes en las acciones del grupo como ultranacionalistas de extrema derecha en su mayoría.
Mientras tanto, Paul Stronski, director del programa sobre Rusia y Eurasia del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, señala a BBC Mundo que estos colectivos "actúan como multiplicadores de fuerzas de combate, comerciantes de armas, entrenadores del personal militar y de seguridad local".
Se reportó que el Grupo Wagner realizó operaciones en zonas de combate donde Rusia tiene intereses.
El experto indica que si bien el Grupo Wagner no es la única compañía militar privada originada en Rusia con estas características, sí es la más conocida.
Y encuentra antecedentes de su modelo en la Guerra de los Balcanes de finales del siglo pasado e incluso en los voluntarios rusos que combatieron en la Guerra Civil de España de la década del 30.
Añade que su capacidad de despliegue militar fluctúa entre cientos y miles cuando se encuentran en zonas de combate.
Análisis
Jonathan Marcus, corresponsal de defensa y diplomacia de la BBC
Si bien algunos lo comparan con los contratistas de seguridad privada occidentales, el Grupo Wagner está mucho más involucrado con la política del gobierno ruso que sus contrapartes occidentales.
Qué tan cerca no está claro.
Es un grupo sombrío y se sabe poco sobre sus lazos directos con el régimen de Putin.
El personal de Wagner ha operado en primera línea en todas las guerras recientes de Rusia en Ucrania y Siria. A veces han luchado junto al ejército ruso "oficial", a veces por su cuenta.
Los operadores de Wagner han estado también en Libia y han tenido un rol más tradicional de capacitación y de o seguridad en Sudán y la República Centroafricana.
Si su objetivo era proporcionar una fuente negable de experiencia militar, entonces el plan fracasó en gran medida.
Sus operaciones fueron documentadas por análisis realizados por grupos de investigación independientes.
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Su marca también está perdiendo parte del brillo que pudo haber adquirido en las batallas contra el llamado Estado Islámico en Siria.
El desempeño de Wagner en Libia ha sido mucho menos exitoso, ya que Rusia finalmente tuvo que volver a desplegar parte de su poder aéreo desde Siria para reforzar su posición.
El uso del poder militar "semioficial" también es algo problemático para Moscú. Un ejemplo de ello es la batalla en el este de Siria en febrero de 2018, cuando una unidad de tamaño considerable de "mercenarios" rusos atacó a una unidad estadounidense cerca de un campo petrolero crucial.
¿Fue este un ataque estratégico relacionado con la política del gobierno ruso o se apoderó de los recursos petroleros por una empresa semiprivada?
De cualquier manera, el ataque trajo una respuesta masiva de Estados Unidos con posiblemente cientos de bajas entre los atacantes de habla rusa.
Entonces, aunque es claramente una herramienta útil para Moscú, operaciones como Wagner tienen riesgos inherentes, en el caso sirio, lo que provocó un enfrentamiento directo entre fuerzas estadounidenses y rusas.
El alineamiento con la política de Putin
Tanto Mackinnon como Stronski coinciden en que es visible el alineamiento entre el Grupo Wagner y los intereses del gobierno de Vladimir Putin.
"Están listos para expandir su papel como instrumento de la política rusa en Libia y otros puntos críticos", indica Paul Stronski.
Y apunta que es conocido el caso de un exaliado de Putin que es señalado como uno de los líderes del Grupo Wagner.
Se señala que estos grupos sirven a la política exterior de Putin.
El investigador indica que Rusia tiene una larga experiencia en el uso de estos grupos en las últimas décadas.
"Existen otros grupos mercenarios que ofrecen diferentes servicios", concluye.
Stronski señala que el gobierno ruso tuvo que redoblar esfuerzos en diferentes oportunidades para que no quede en evidencia su posible relación con estas compañías militares y exponerse a más sanciones internacionales.
Amy Mackinnon, por su parte, sostiene que no existe "ninguna duda" de que Wagner está alineado a los intereses de la administración Putin aunque no haya un reconocimiento público.
"Los considero extensiones del ejército ruso", concluye.
El gobierno de Putin, por su parte, lo niega.