El gobierno estatal explicó que los vecinos del pueblo de San Isidro, situado en el municipio de Chilchotla, estaban festejando el traslado de su santo con fuegos artificiales, de cara a la fiesta patronal del 15 de mayo.
Uno de los fuegos "cayó dentro de una casa donde se almacenaba material pirotécnico a usarse el día de la celebración, lo que provocó una explosión que derribó el techo de esta vivienda", precisaron las autoridades en un comunicado.
Nueve personas murieron en el lugar y otras cinco en hospitales a los que fueron trasladados.
Los habitantes de San Isidro, situado en una remota zona de Puebla fronteriza con Veracruz, describieron un fuerte estruendo seguido del derrumbe de la vivienda de cemento.
"Cuando explotó la casa, se cayó y todos corrimos, pero ya los niños estaban debajo de las piedras. Mis tres nietecitos allí se murieron y otro está lesionado", comentó a la AFP Carmen Rosas Tentle, mientras los paramédicos la atendían por heridas en una pierna.
"El estruendo fue muy fuerte, hasta la luz se fue. Cuando salimos, todo estaba muy obscuro y ya todos gritaban en la casa", dijo a la AFP Baldomero Luna, quien perdió en la catástrofe a su cuñado y su sobrino.
Entre los 22 heridos que también provocó el accidente hay en total tres niños "que se encuentran graves", dijo a la prensa el jefe de la oficina del gobernador, Javier Lozano.
"Es una tragedia", reconoció. "La mayoría muere por el derrumbe de la estructura en la que se encontraba. La mayoría muere enterrada".
El presidente Enrique Peña Nieto extendió por Twitter sus "condolencias para los familiares y vecinos de quienes perdieron la vida en el trágico accidente".
Historial negro
Este tipo de accidentes relacionados con la industria pirotécnica son frecuentes en México, donde el sector mueve unos 10 millones de dólares al mes.
El país todavía no ha olvidado el infierno en el que se convirtió el mercado de fuegos artificiales de San Pablito de Tultepec el 20 de diciembre del año pasado.
Al menos 42 personas murieron y 70 resultaron heridas, cuando la zona bullía de clientes en busca de fuegos artificiales para las fiestas de Navidad, posiblemente por un cohete encendido que desató un estallido en cadena.
El 15 de septiembre de 2005, cuando también se comerciaban grandes cantidades de artículos pirotécnicos por la fiesta de Independencia, un incendio y varias explosiones consumieron el mercado en su totalidad. Al año siguiente, otra explosión destruyó más de 200 puestos.
Ambos incidentes dejaron decenas de heridos, pero no provocaron víctimas mortales.
El secretario general del gobierno de Puebla, Diódoro Carrasco, dijo al canal de televisión Milenio que la producción y venta de fuegos artificiales "está perfectamente regulada" y que existe "un sistema de coordinación regional y estatal de protección civil que permanente está dando cursos, protocolos y supervisiones" sobre cómo usar este tipo de material.
Pero "lo que es muy difícil de ver es su traslado, si lo ponen adecuadamente (...) y más en comunidades que tienen un programa intenso de fiestas patronales" como este, contó.
Fiesta popular
San Isidro es una pequeña localidad agrícola pobre que no tiene más de 40 casas, prácticamente aislada y a la que se accede por una rústica carretera.
La noche del lunes se reunieron para trasladar a su santo justo una semana antes de la fiesta patronal, tal y como es tradición en muchos municipios del país.
Tras la explosión, el lugar quedó resguardado por el Ejército, personal de la fiscalía mexicana y funcionarios estatales.
Ambulancias de terapia intensiva y varias unidades de atención y socorro también se desplazaron hasta el pueblo para atender a los heridos.
El gobernador de Puebla, Antonio Gali Fayad, que tiene previsto visitar la zona en las próximas horas, ordenó a las autoridades "atender heridos y otorgar todo el apoyo necesario a la población de San Isidro".
"Va a haber una indemnización conforme a la ley, para las familias todo el apoyo económico que se requiera, ataúdes, pero además todo el apoyo en tratamiento para los lesionados", precisó el gobernador durante un recorrido por el Hospital del Niño Poblano, donde se atiende a cuatro pequeños lesionados.
El gobierno estatal entregó ataúdes a las familias de las víctimas, autorizó la construcción de un panteón y envió agua y alimentos.