Exiliados rusos ayudan a los refugiados ucranianos en Georgia
Yevgeni Jukov, un joven exiliado ruso opuesto a la invasión de Ucrania, se esfuerza a fondo para ayudar a los ucranianos: "No puedo ver tal injusticia y no hacer nada", dice mientras inspecciona medicamentos que serán entregados a los refugiados.
Al igual que decenas de miles de rusos, huyó de su país tras el inicio de la ofensiva a finales de febrero, en su caso rumbo a Tiflis, capital de Georgia, en el Cáucaso, donde cofundó una oenegé "Emigration for Action" ("Emigración para la Acción"), que ayuda a los ucranianos a recibir medicamentos.
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"Decidí rápidamente obtener un pasaporte e ir a Georgia para hacer algo y tratar de ayudar como pudiera", explicó a la AFP este joven de 23 años, en la sede de la oenegé, en el centro de Tiflis.
A la entrada del edificio de ladrillos, la oenegé colgó una bandera blanco-azul-blanco, símbolo de los rusos opuestos a la guerra del presidente Vladimir Putin.
En el sótano del edificio, Jukov, quien lleva un pendiente y un pequeño moño en la cabeza, inspecciona estantes llenos de medicamentos dados por una farmacia de la esquina. Bolsas de papel contienen tratamiento médico gratuito para los refugiados ucranianos en Georgia.
Daniil, un voluntario ruso de 26 años que llegó a Tiflis a principios de marzo, tampoco se quedó de brazos cruzados.
"Llegamos aquí, estamos a salvo, pero no era moralmente correcto no hacer nada", consideró este empleado de una fundación alemana que prefiere no dar su apellido.
Daniil explica que "Emigración para la Acción", fundada en abril, se basó en la simple constatación de una "falta" de medicamentos para los miles de refugiados ucranianos llegados a Georgia.
El equipo de voluntarios pasó en pocas semanas de cinco a 30 personas y afirma que ya ha ayudado a más de 250 ucranianos. La oenegé financia la compra de medicamentos con donaciones u organizando actividades, como debates públicos o proyección de películas.
"Para el futuro"
Muchos rusos que llegaron recientemente a Georgia afirman haber enfrentado una acogida poco calurosa, pues la memoria de la intervención militar rusa en este pequeño país del Cáucaso en 2008 permanece viva.
En esa época, el ejército ruso había acudido en ayuda de dos territorios separatistas prorrusos, Abjasia y Osetia del Sur, y había vencido en pocos días a las fuerzas georgianas, causando varios centenares de muertos.
A su manera, la oenegé "Emigración para la Acción" intenta renovar su vínculo. Sus voluntarios dicen que no han observado animosidad por parte de ucranianos y georgianos.
"No confundo a Rusia con los que la gobiernan", declara Nikolai, un refugiado ucraniano que ha podido recibir un tratamiento de calcio gracias a la asociación.
Dice que huyó de Mariúpol "bajo los disparos" con su mujer y sus dos hijas, en medio de la batalla por el control de este estratégico puerto del sureste de Ucrania conquistado en mayo por Rusia tras meses de asedio.
Este informático de 40 años, que tampoco da su apellido, vive ahora en Tiflis y rechaza reducir a la gente por su nacionalidad: "Una persona debe ser juzgada por sus actos".
Jukov, el confundador de la oenegé, admite sin embargo que se lleva un "golpe en el corazón" cuando se preguntan su origen.
"Soy ciudadano de un país agresor, pero siento una gran paz y una liberación cuando los refugiados me dicen 'gracias'", cuenta este exestudiante de la Escuela de Altos Estudios Económicos de Moscú, durante mucho tiempo un bastión de las críticas del poder ruso.
"En muchos sentidos, hago esto por mi futuro. Si un día tengo hijos y leen sus libros de historia y me preguntan: 'papá, ¿que hiciste en esa época?', podría decirles que hice algo bueno", concluyó.