Estados Unidos quieren encontrar nuevas formas de reforzar la "presión" sobre la junta birmana dado que, a pesar de las sanciones ya impuestas, la situación no hace más que "agravarse" desde el golpe militar, dijo el miércoles el secretario de Estado.
"Diez meses han pasado desde el golpe de Estado militar y la crisis no hace más que agravarse", reconoció Antony Blinken durante una rueda de prensa en Kuala Lumpur, la capital de Malasia, en respuesta a una pregunta sobre la aparente insuficiencia de las sanciones estadounidenses.
"Será muy importante en las semanas y meses venideros buscar medidas y acciones suplementarias que podamos tomar, individualmente y colectivamente, para hacer presión sobre el régimen para que el país reencuentre una trayectoria democrática", añadió sin precisar la naturaleza de las nuevas sanciones.
El secretario de Estado, en una gira regional, pidió la "implementación" del "consenso en cinco puntos", la hoja de ruta elaborada en abril por la Asociación de Naciones del Sureste de Asia (ASEAN) para contribuir a restablecer el diálogo y facilitar la llegada de ayuda humanitaria a este país.
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Después de diez años de interludio democrático, Birmania vuelve a estar bajo el dominio militar tras el golpe de Estado del 1 de febrero contra el gobierno civil dirigido por la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
La maniobra generó fuertes protestas y desobediencia civil, que ha sido respondida por los militares con una fuerte represión, con más de 1.300 muertes desde febrero, según una organización local.
El ejército birmano también está salpicado por la represión de la minoría musulmana rohinyá en 2017, que provocó un éxodo de 850.000 personas al vecino Bangladés.
Blinken afirmó que Estados Unidos estaba estudiando "muy activamente en este momento" los crímenes reprochados a los militares contra los rohinyás para determinar "si constituyen un genocidio".