Espías rusos liberados durante un canje de prisioneros entre Rusia y las potencias occidentales contaron cómo fue su vida bajo una identidad falsa, en la que escondieron todo a sus hijos y olvidaron hasta su propia lengua materna.
Artiom Dultsev y Anna Dultseva fueron detenidos en diciembre de 2022 en Eslovenia, donde llegaron en 2017. Vivían en ese pequeño país europeo con pasaportes argentinos, bajo los nombres de Ludwig Gisch y Maria Rosa Mayer Munos, y junto a sus dos hijos.
La justicia eslovena condenó el pasado miércoles a la pareja eslovena a más de un año y medio de cárcel por "espionaje y falsificación de documentos", una pena equivalente al tiempo que ya pasaron en detención.
Al día siguiente, el presidente ruso Vladimir Putin les dio personalmente la bienvenida en Moscú, después de que fueran canjeados en el marco de un gran intercambio de prisioneros entre Rusia y los países occidentales, el mayor desde la Guerra Fría.
En una entrevista en la televisión pública rusa, difundida el lunes por la noche, Anna Dultseva recuerda el momento en que anunció a sus hijos que eran rusos y no argentinos, en el avión hacia Moscú.
"Le dijimos a los niños que somos rusos, que son rusos y que somos los Dultsev", contó.
El Kremlin reconoció que ambos eran agentes "ilegales" de los servicios de inteligencia rusos, es decir espías que durante años construyen una falsa biografía en países terceros.
La pareja explicó que nunca habló ruso con sus hijos, sino solo español.
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Hasta el punto de que a Anna Dultseva aún le cuesta hablar en su lengua materna, según contó.
Cuando uno está en inmersión, "no piensas en (tu) idioma, te controlas permanentemente y cuando llegamos (a Rusia) nos dimos cuenta de que ya podíamos hablar" en ruso, afirmó.
En la pista del aeropuerto, Putin los saludó con un "buenas noches".
Durante la entrevista, el periodista ruso afirmó que ambos agentes se conocieron "en una discoteca, se casaron y desparecieron: su trabajo empezaba".
El periodista también indicó que Dultseva, originaria de la ciudad de Nijni-Novgorod, tenía una galería de arte en Eslovenia. Su marido, originario de la región de Baskortostán, fundó una "start-up informática".
"Los Dultsev educaron a sus hijos como católicos hispanohablantes. Ahora van a descubrir lo que es el borsch (sopa de betarraga)", comentó el reportero ruso.
Artiom Dultsev dijo que un agente ruso los visitó regularmente mientras estaban detenidos e incluso "le pasó un saludo" de Putin.
En el reportaje, su hija Sofía pronuncia una de las primeras frases que aprendió en ruso: "Tengo dos abuelas, Rusia es muy bonita", ante los ánimos de su madre en español.
"Lo más importante para nosotros es la familia, y la familia es nuestro país", afirmó Artiom Dultsev.
Su esposa dijo que sentía una "gran gratitud" hacia Putin y que la pareja seguirá "sirviendo a Rusia".