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Entorno de Trump abre interrogante sobre futuros lazos EE.UU. y Cuba

Entorno de Trump abre interrogante sobre futuros lazos EE.UU. y Cuba
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Aunque las preguntas se resolverán solo una vez que Donald asuma, los expertos coinciden en que "la muerte de Fidel remueve la principal queja de los que se oponen a la actual política" de la Casa Blanca.

AFP

El futuro de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana quedó bajo un espeso manto de dudas ante posiciones adelantadas este domingo por allegados y figuras del equipo del presidente electo, Donald Trump, en favor de más concesiones cubanas a cambio de la apertura.

En 2014 los dos países, separados por medio siglo de enfrentamiento y desconfianza, iniciaron una histórica aproximación, aunque la llegada de Trump a la Casa Blanca coloca todo el delicado proceso en la incertidumbre.

La muerte del líder cubano Fidel Castro, ocurrida en la noche del viernes, llevó a numerosas voces próximas al presidente electo a manifestarse sobre el futuro de esas relaciones bilaterales.

El sábado, Trump emitió una nota oficial donde afirmó que su administración "hará todo lo que pueda" para garantizar la "prosperidad y libertad" de los cubanos, pero sin adelantar detalles acerca de cómo conseguirá esos objetivos.

Este domingo, Kellywanne Conway, una de las más próximas asesoras de Trump y su ex jefa de campaña, dijo a la prensa que el núcleo de la visión del presidente electo sobre la reanudación de las relaciones con Cuba es que Washington no logró concesiones de La Habana.

"Su crítica a lo que ha ocurrido en los últimos dos años es simple, es que no conseguimos nada a cambio" del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, dijo.

Por ejemplo, añadió Conway, "no tuvimos ninguna garantía de que los cubanos que aún viven en la isla tendrán de hecho libertad religiosa, política y económica".

Por "un mejor acuerdo"

El futuro jefe de gabinete de Trump y presidente del Partido Republicano, Reince Priebus, dijo este domingo a la prensa que "debemos conseguir un mejor acuerdo" con Cuba, y evitar "un entendimiento de una sola vía".

Dos senadores republicanos y ex candidatos presidenciales que ahora apoyan a Trump, Marco Rubio y Ted Cruz (ambos hijos de cubanos), también se manifestaron a favor de que la Casa Blanca pise el freno en la relación con Cuba.

Rubio, quien en la interna republicana tuvo ásperos cruces con Trump, expresó que el mandatario electo "ha dejado claro que él siente que los pasos del presidente (Barack) Obama hacia Cuba fueron equivocados".

Trump adelantó que "examinaría esos pasos y cambiará lo que sea necesario cambiar. Yo pienso que esa visión es promisoria", dijo Rubio.

A su vez, Cruz se pronunció en favor de mantener el criticado bloqueo económico y comercial a Cuba, medida que a la luz de la aproximación iniciada entre Washington y La Habana debería ser eliminada por el Congreso estadounidense.

"La presión económica estaba teniendo efecto real", dijo Cruz este domingo.

Con los republicanos en control de las dos cámaras del Congreso, las posibilidades de que el Poder Legislativo inicie el desmonte del enmarañado legal del embargo se tornan más remotas.

En el último año, Obama introdujo algunas flexibilizaciones al embargo mediante decretos presidenciales, pero ya en la campaña electoral Trump sugirió que, una vez en la Casa Blanca, podría cancelarlos para retornar a la situación previa.

El legislador conservador Michael McCaul, líder de la Comisión de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes, apuntó en una nota que se sentía "confiado en que la nueva administración repensará esta política de aproximación" a Cuba.

Momento propicio

Al expresar sus condolencias al pueblo cubano por la muerte del viejo líder revolucionario, el gobierno estadounidense intentó reforzar el compromiso de la Casa Blanca con la actual política de aproximación.

Obama extendió el sábado "una mano de amistad" a los cubanos y defendió la actual política, basada "no en nuestras diferencias sino en las muchas cosas que compartimos como vecinos y amigos".

En tanto, el secretario de Estado, John Kerry, afirmó categóricamente en su mensaje que "Estados Unidos reafirma su apoyo a la profundización de nuestro compromiso con el pueblo cubano, hoy y en los próximos años".

Ese compromiso podrá tornarse parcialmente obsoleto el 20 de enero, cuando Trump jure en la ceremonia de investidura como nuevo presidente, aunque analistas apuntan que el momento es propicio para normalizar las relaciones con Cuba.

Para Geoff Thale, del grupo de análisis Washinton Office on Latin America (WOLA), "aún no está claro si la administración de Trump tendrá un abordaje prágmático de las relación con Cuba".

No obstante, añadió, la desaparición física de Fidel Castro hará que "los cada vez menores grupos que defienden el embargo pierden la más simbólica figura que justificaba" esas medidas.

"Un retroceso en el proceso de normalización significará que Estados Unidos se aislará nuevamente mientras Cuba se sigue moviendo hacia una reforma política y económica", apuntó Thale.

A su vez, Jason Marczak, del Atlantic Council, de Washington, coincidió en que "la muerte de Fidel remueve la principal queja de los que se oponen a la actual política" de la Casa Blanca.

"El cambio está llegando para quedarse en Cuba. Estados Unidos puede ser parte de ello o sentarse a un costado por los próximos cuatro años", señaló Marczak.

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